Huella y presencia (tomo III)
HU~ :I.LA Y l'RF$E!'.CIA 111 Ricardo Walsen, de quien guardo muy gratos recuerdos y sabias maneras de interpretar los cotidianos sucesos de la vida. Posteriormente fui designado integrante de la Comisión de Evalua- ción Académica, junto a otros Profesores de la Facultad, quienes fueron para mí, los más claros ejemplos de idoneidad, rigidez de sus juicios siem- pre apegados a la razón, impermeables a las recomendaciones, sereni- dad en los debates. ¡Cómo quisiera nombrarlos a todos!, pero temo ofen- der sus modestias, por lo que sólo nombraré al Prof. Armando Roa por- que ha fallecido y nos hace mucha falta y su recuerdo perdurará mucho liempo entre nosotros. Esta Comisión, pese a lo difícil de su misión, fue unánimemte calificada como imparcial, incluso por los afectados. Años más tarde, por razones derivadas de la edad, de los años servidos y de ciertas dolencias físicas, cumplido el ciclo reglamentario, debí retirarme de mis labores asistenciales. Estimé que un Profesor de Clínica sin Servicio, sin enfermos y ya con bastantes años de circo, debía retirse y así se lo hice saber al Sr. Decano, Prof. Goic. Después de un momento de vacilación, el Dr. Goic me ofreció continuar mis labores en el Decanato, en un trabajo muy poco apetecido, pero para él muy importante: seleccionar lo valioso de todos los libros diseminados en los subterráneos de la Facultad. Después de visitar los lugares donde trabaja- ría, puse una serie de condiciones de ambientación, las que fueron acepta- das sin reserva, iniciando poco después dicho trabajo. Esta selección duró 4 años, fueron revisados poco más de 50.000 libros, de los cuales se seleccionaron como excepcionales alrededor de 2.500, los que hoy día, en una oficina especial, en preciosas vitrinas y estantes, están a disposición de los señores Académicos que se interesen por estudiar la his- toria de nuestra Medicina. En lo que a mí respecta, estoy dando término a mi vida profesional, des- pués de 56 años de ejercerla; durante ella he tenido grandes problemas, pero también muchas satisfacciones. He sidoJefe de varios Servicios, todos ellos ganados en Concursos, he recibido múltiples y honrosas distinciones, he ejercido varias Presidencias. Guardo reliquias inolvidables de gratos mo- mentos, trofeos y Diplomas en recuerdo de Cursos, Conferencias en Chile y en el extranjero. Todo aquello lo he recibido con modestia y pensando que mucho de ello debo compartirlo con mis colegas y personal de colaboración, pero pese a la gran importancia que estos honores han tenido, en especial el último de ellos, que me fue ofrecido al cumplir 80 años de edad por mis colegas y amigos del Hospital Exequiel González Cortés y de las Sociedades de Ciru- gía Plástica, Quemaduras y Cirugía Pediátrica, al que incluso asistió el Presi- dente del Colegio Médico de Chile, debo compararlos con los que me han brindado mis pequeños enfermos quemados; así he sido el invitado de ho- nor al matrimonio de una de ellas, testigo en el matrimonio de otro, asisten- 42
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