Huella y presencia (tomo III)
FUNCIONARIOS DESTACADOS flores. En el año 1990 cuando pedí permiso para visitar ese local, en ningu- na pared encontré mi pintura de flores. Las palabras del Dr. Litvak seguro que se escuchan. Cuando pinté la vieja capilla,jamás pensé que sería portada del Tomo 11 de Huella y Presencia, y esto para mí es un gran honor. Aquella capilla sirvió para velar a Raúl Montano, joven dirigente sindical (un apósito olvidado, tapó con tierra la equivocación del cirujano). En enero del año 1998 visité nuevamente Chile. Pasé a saludar al ciruja- no y cardiólogo Dr. Alberto Sporer Cobarrubias. Nos saludamos y él dice: "yo a usted lo conozco", claro, digo, fueron muchos años que yo le dibujé, más de media hora de recuerdos. Doctor, le digo, no sólo vengo a que me examine mi aporreado corazón, sino que vengo para agradecerle lo que hizo por mí. Usted me dio una carta en noviembre del año 1973 cuando era Ministro de Salud de laJunta Militar, esa carta que le pedí para defenderme del Cuarto Fiscal que quería darme de baja de la Facultad de Medicina. No lo consiguieron. La DINA si lo consiguió en e l año 1974. Le conté todas las pellejerías que tuve que pasar, él guardó silencio; pienso que ese silencio no sólo fue por educación, creo que por su mente algo pasó. Este médico que cuando volvía de algún viaje me regalaba siembre una caja de acuarela o una serie de tubos de óleo. De paso.le conté que aquella carta me permitió salir del regimiento Buin vivo y que sólo me torturaron y no me mataron en la calle Londres 38. Cuánto le debo al Dr. Sporer. Le conté que traía un seguro de salud. No importa - agregó- los amigos no pagan. Para agradecer su amistad le prometí hacerle llegar una de mis pinturas. Pienso que en algún lugar estará colgada mi pintura de un recto y blanco abedul de un bosque finlandés, tan recto y blanco como la amistad que me brindó. En enero de 1994 llegó Don Benjamín Viel Vicuña a la casa de la Cultura de los médicos. Subió despacio las escaleras. Me han operado de la columna y estoy viejo -dijo este d istinguido y culto médico. Nuestra amistad comenzó por los años 1958, a mi llegada a la Facultad. Recuerdo que él era Director de la Escuela; durante 16 año le dibujé todas sus presentaciones, incluso me enviaba los borradores desde Estados Unidos, yyo le mandaba las diapositivas terminadas. Pensaba contar la historia de un traidor y mercenario, pero no lo haré. Sólo diré que fue un chofer y que llegó vestido de verde oliva y con una gran pistola al local de publicaciones el día 11 de septiembre de 1973. Yo aún vivo y él cojea su maldad. Tendría que agradecer a tanta gente y sería una lista muy larga, pero a todos aquellos les mando bosques, ríos y lagos, el vals triste de Sibelius, el retrato del sabio francés Louis Pasteur, pintado por Alberto Edelfelt, artista finlandés. Les mando las lindas flores silvestres de este país como también una botella de vodka parra hacer un brindis desde la distancia con todos ustedes. Tras estas pinceladas dichas a mi manera y bastante desordenadas pienso 209
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