Huella y presencia (tomo III)
APRENDÍ A SOÑARJUNTO A OTROS Por Héctor Wistuba Lorca M, !'ASO COMO N'NCJONMuo 111; ,.,, F,,c1 ,1:1;w 111; Mu)J(:JNA la escribo apretando los dientes y muelas para no gritar. Por fortuna la prótesis es firme y noble como las manos del Dr. He rnán Palomino, como somos viejos amigos se la pude cambiar por un óleo y una acuarela. El, adornando alguna pared d e su casa y yo, con la sonrisa eterna. Llegué a la s'ección Publicaciones un 2 d e enero de 1958, d espués de haber sido elegido el mejor del curso de dibtúo médico, dictado por don Pedro de Bue n, especialista español. Trabajé allí hasta el 31 de julio de 1974. El primero de agosto del mismo año la DINA, policía de la dictadura, me detuvo en mi casa de Conchalí. Fui conducido a un centro de torturas que después supe que era la calle Londres 38, ubicada muy cerca de la Iglesia San Francisco. Estuve 13 días con la vista vendada, desnudo, amarrado de las muñecas y los tobillos. Me pusieron la e lectricidad en los lugares más sensibles de mi cuerpo, luego fui conducido a un campo de concentración de presos políticos, llamado "Tres Alamos". Estuve 8 meses e n ese recinto donde compartí celda con ese magnífico médico Hugo Be hem Rosas. El 20 de marzo de 1975 fui expulsado a México, viajando luego a Finlandia como refugiado, donde pienso vivir hasta mis úlúmos días. De lo que hice, y no hice me daría para hacer un libro; es muy difícil hacer un retrato esc1ito de la Facultad, porque la distancia )' la edad, empiezan a hacer el trabajo sucio: el olvido. Los que no me conocieron estarán felices, y los que me conocieron también lo estarán, por estar tan lejos de ellos. En la Facultad donde se han formado tantos pe rsonaj es eminentes, co- nocí la pre po tencia y el orgullo mal llevado de algunos. También la amistad leal, y aprendí a soñar junto a otros. Los funcionarios no académicos pusieron en mi persona toda su con- fianza. Fui desde 1968 hasta el 11 de septiembre de 1973 su representante e n e l consejo direcúvo, normativo, comisión de bienestar y extensión y nun- ca los defraudé . Muchas veces fui incluso violento en mis intervenciones allá en el quinto piso, donde mi debut fue una ofensa para muchos; incluso protestó por mi presencia un médico e ndocrinólogo, a quie n le dibujé des- pués su libro para recibirse como Profesor Extraordinario. Llegamos a ser buenos amigos, por desgracia está muerto, pero la vida tiene más vueltas y arabescos que una oreja. Muchos no tiene n idea que durante un año asistí a 205
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