Huella y presencia (tomo III)

MARCAS QUE ENORGULLECEN Por Gioconda Peyrin E ~·1;1 1,vvn;1cu),v J;1,v Ou\'/;1 co,110 sow'1u:.~1v,1, no ha dejado de emocionarme. Siento que debo detenerme en medio de una jornada inconclusa aún, aun- que más cercana a su término. No en vano la suma dice que llevo más de treinta al'ios bajo este alero universitario. Sé que debo retroceder en el tiempo, revisar ese álbum íntimo y rescatar de él todo aquello que, de uno u otro modo, dejaron marcas en mi vida. Ingresé a la Universidad a través de la Oficina de Selección del Personal de la Casa Central, en ese entonces la Carrera Funcionaria así lo exigía. Recién egresada de Instituto Comercial Superior Femenino Nº 4 en donde obtuve mi título de Secretaria Administrativa. Dos años después me caso con Rolando y de esa unión nacejessica y Alvaro. Actualmente tengo 2 her- mosos nietos. Hay personas difíciles de olvidar y aunque no continúan en la Universi- dad siempre las recuerdo con mucho cariño y nostalgia porque han dejado un gran vacío. Hay un dicho muy recurrido que dice "todo tiempo pasado fue mejor". Con mi experiencia puedo dar fe de eso. El paso por esta Facultad ha marcado un hito en mi vida que me enorgu- llece. Muchas experiencias vividas, algunas no tan buenas, pero siempre he tratado de que fluyan las mejores, como haber trabajado directamente con el Dr. Danko Brncic, Premio Nacional de Ciencias, 1987. A principios d e agosto de 1969 asistí a una entrevista con el Direc tor del Departamento de Biología Celular y Genética de ese entonces Dr. Danko Brncic y la Subdirectora Dra. Susi Koref. Estaba postulando al cargo de Se- cretaria que se encontraba vacante . La colega que me antecedió dejó la vara muy alta. Pasé la prueba y fui aceptada. Así comenzó esta larga, pero no menos grata jornada con una nueva familia. Cómo o lvidar aque lla persona- lidad fuerte del "Prof.", como yo lo nombraba. Cuando algo le parecía mal le daban sus "pataletas": cerraba cajones con fuerza, las puertas de golpe;... claro que estos exabruptos se pasaban rápido y siempre terminaba pidiendo disculpas, diciendo que "se debía a que él era un buen croata", no sólo por su carácter sino por su fortaleza. En mi opi nión, un caballero a cabalidad. También le gustaba mucho hacerse pasar por ignorante de ciertas materias administrativas a pesar de conocerlas, le gustaba confirmar las versiones o no sé si era una forma de probar si yo sabía. Recuerdo sus escapadas al 197

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