Huella y presencia (tomo III)
FUNCIONARIOS DESTACADOS días antes que yo a la Facultad y con el cual entablé una gran amistad, que tal vez tiene su origen, en que por un lado, llegamos juntos y antes de tener un cargo en propiedad, estuvimos sin sueldo por alrededor de seis meses, tiempo en que nos apoyamos y compartimos muchas necesidades. Como delegado de mi departamento recuerdo que en plena huelga de funcionarios (una de las primeras que realizamos), el profesor Mardones se acercó y me señaló lo siguiente: "nadie en esta Universidad puede preten- der hacerse rico, el que así lo estime, está en el lugar equivocado, a la Uni- versidad se viene a servir", por cierto que él no estaba de acuerdo con nues- tra huelga, pero de paso, sus palabras me dejaron una gran enseñanza. Creo que a partir de esa conversación, intenté que mi labor como dirigente, fuera coherente con el bien y el desarrollo de la institución. Esto no quiere decir que haya privilegiado la facultad por sobre los intereses de los trabajadores y mis propios compañeros pueden dar fe de esto, sino que entendí y man- tengo esta convicción, que trabajadores e Institución, deben crecer juntos. Fuera del Departamento, recuerdo a funcionarios emblemáticos del es- tamento no académico. Compañeros que sobrevivieron a una etapa muy dura de la Universidad y del país. En este contexto, no puedo dejar de men- cionar al maestro Thelmo Matamala, quien pese a su edad y la persecusión experimentada por el régimen militar, nunca claudicó en su pensamiento a favor de los funcionarios y fue un gran apoyo en la constitución de nuestro gremio; a don Mario Hernández, e lván Saldías, el maestro Carvajal, el maes- tro Segueida, todos ellos del taller de Mantención. Dentro del ámbito gre- mial, recuerdo con gran afecto a Luis Escobar, valioso hombre, quien de- mostró ser un gran dirigente y muy consecuente con sus principios. El ma- yor avance gremial de ese tiempo, lo obtuvimos cuando Lucho era el Secre- tario General. Trabajamos fuertemente por nuestra asociación, labor que se interrumpió cuando yo abandoné transitoriamente la presidencia de la or- ganización. Recuerdo también con gran cariño a Anita Puebla, una chiquitita muy trabajadora, extraordinaria amiga y mujer. Tanto Anita como Luis se retiraron desencantados de muchas cosas y así perdimos a dos grandes per- sonas y valiosos funcionarios. Pese a toda la represión existente, hasta el año 1985, el ambiente en el Departamento era relativamente grato, sin embargo, con el tiempo se fue perdiendo la camaradería y poco a poco, los estamentos Académicos y Fun- cionarios, se fueron distanciando irremediablemente. El sentimiento de menosprecio que en algún momento sentimos como estamento, nos llevó a pensar en alguna forma de cómo defendernos y especialmente, de cómo restaurar nuestra dignidad de trabajadores y particularmente como perso- nas, ya que hubo un período en que nos sentimos verdaderamente pisotea- dos. En 1983 y al amparo de las protestas que se alzaban en contra del régi- men imperante, empezamos a urdir la idea de constituir un sindicato o algo parecido. El objetivo era tener una instancia que nos fuera propia y que nos 189
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=