Huella y presencia (tomo III)
HUEI.IA Y PRESENCIA 111 oficina en un hospital en fin, todo bastante lógico para quien conoce el mundo de esa manera. La relación entre "estamento" (una palabra aprendi- da entonces) académico y no académico me parecía natural y necesaria. Creo que esa experiencia naturalmente fue la que más tarde me ha ayudado en mi relación con el mundo universitario en su conjunto. Durante 1965 mi madre se casa con mi padre. Ambos se conocen en la Facultad ya que mi padre tenía a su cargo la labor administrativa del Departamento de Biolo- gía. Quiso el destino que el pololeo y noviazgo (de 1958 a 1965) fuera más largo que el matrimonio que duró sólo hasta 1970 al fallecer prematura- mente él. ~ Mayo de 1968 y los sucesos de París también tenían su resonancia en estos lugares y la Reforma Universitaria llevó a que los estudiantes se toma- ran la escuela por un período bastante prolongado. Por esta razón la labor de mi madre en la tarea administrativa de Personal (el término Recursos Humanos es más reciente) se desarrollaría en el Hospital del Salvador. En 1970 y habiendo enviudado recientemente el rector Edgardo Boeninger solicita la participación de mi madre en la Comisión que estructuraría la Carrera Funcionaria regresando a la facultad en 1972. Al momento de enviudar yo tenía 4 años y mi hermano Andrés l. Hoy que tengo dos hijos de esas edades dimensiono la enorme tarea que eso significa. Esa experiencia y e l testimonio de vida que mi madre ha dado nos han servido enormemente en nuestra vida personal y profesional. "No hay que bajar los brazos" parece ser el mensaje que mejor transmite lo que ha sido su vida. Años difíciles aquellos, mi madre nos ha relatado lo que significó el en- frentamiento de la Unidad Popular y el Frente Universitario. Un símil a escala doméstica del difícil clima nacional de la época. Brazos en alto todos a la cancha de fútbol en septiembre de 1973. Algunos no volverían a ocupar sus lugares de trabajo o, lo que es peor, no volverían a ser vistos con vida. Entre 1970 y 1975 fuimos al Colegio O'Higgins justo frente al Hospital, encontrarse en el ascensor con el profesorJulio Meneghello, quien alguna vez nos vio como pediatra "Alejandrito, su mamá es una persona muy ocupa- da, si necesita algo llámeme usted" o con otros, era bastante frecuente. Entre aquellos compañeros de trabajo de mi madre es posible mencio- nar a Enriqueta Varnero, Walda Vera, Miguel Pérez, Silvia Anabalón, Car- men García, y Luis Núñez. Cada uno de ellos evaluado desde la perspectiva de compañeros de trabajo o "tíos" de nuestras andanzas infantiles. Mi madre nos hablaba de la Laurita mucho antes de sentarnos allí a dis- cutir sobre "lo humano y lo divino". Conocimos la Unidad Escolar por den- tro y por fuera cuando en casa había alguna "crisis de nanas". Luego vino una nueva estructura de facultad y esta se dividió en 4 sedes que más tarde volverían a concentrarse en una. En 1983 yjunto con mi ingreso a la Carrera de Medicina la vida para mi madre volvió a reajustarse ahora con la preocupación de tener un hijo estu- 184
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