Huella y presencia (tomo III)

DRA. MONICA SUAREZ GONZALEZ Dr. JoséManuel Ojeda U No vi; 1,os St·Nl1Mlt,NTOS M, ís 1•1WFU:VDOS e intrínsecos a la natura leza huma- na es la tristeza. Este sentir está presente entre todos los que experimenta- mos la partida de la Dra. Mónica Suárez. Su ausencia abrió en nosotros un vacío, un sile n cio que se pasea por las dependencias donde laboraba con entusiasmo, fina sensibilidad y grata camaradería. Aún sintiendo su presencia espiritual, se nos hace confuso retoma r e l ritmo sin e l matiz de sus palabras donde no fal taba el ingenio de su bue n humor para equilibrar la seriedad d e un expe rimento, el cansancio, o algún mal momento que pudiera ensombrecer la j ornada . Repasar aquí su brillante hoja académica tal vez no tenga mucho sen ti- do. Bas te recordar que un importante auditorio de esta Facultad lleva su nombre, lo que da prueba del afecto y reconocimiento de la comunidad. Casada con el Dr. Rafael Blanco y madre de dos hijos Rafael y Javie ra, imprimió en su familia esas características extraordinarias de profundo amo r y resignación. Consciente como nadie de su destino sabía encontrar fórmu- las de con suelo y apoyo para repartir generosamente a cada cual. A veces nos parecía ver en ella esa luz inextinguible, capaz de hacernos encontrar una salida en la sombra por muy de nsa que ella fuera. En e l camino de la investigación que compartimos largamen te, fue sin duda brillante, laboriosa, inca nsable, transmitiendo a colegas y alumnos esa constancia y entusiasmo que contagiaba y que nos inducía a seguir su ritmo . Muchas veces nos hemos reunido en el Laboratorio de Virología y h ace- mos lo posible por recordarla con serenidad. Acudimos entonces a esas anéc- dotas que muchos de noso tros atesoramos e n el recuerdo. Leyendo una página poética extraj e una frase que me pareció o portuna y propia para ella: "Si estás triste es porque mi alegría no está e n ti". Ypienso que quizá eso es lo que a ella le gustaría ver en nosotros. ¡Qué mejor que aceptar otra vez su enseñanza! Mas, los títulos académicos no sobre pasan esa calidad humana que es su incomparabl e huella : una flor es perman ente re nuevo en las ventanas del pensamiento y en la continuidad de nuestras investigaciones, un llamado que tañe en la íntima casa de las ideas. En ese llamado de la evocación y continuidad, acudimos a quien es con la palabra poética traducen el lenguaj e at rapado por las emociones. 165

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