Huella y presencia (tomo III)

HUELIA Y l'RF.5ENCIA 111 nos referimos precisamente a los técnicos, sino más bien a los emocionales, nos dice: Pienso que hay que tener espíritu de aventura y mucho interés humano. Voca- ción social, deseos de viajar, de conocer una cultura diferente. Creo que hay un carácter misionero en esta labor y uno debe estarpreparado para ser solidario y tolerante. Aceptar la diversidad, no sólo del lugar en el que trabajarás sino también de los compañeros con quienes compartirás meses de tu vida. Saber comunicarse, ser asertivo, tener adaptabilidad y ganas de vivir algo distinto, creo que eso es fundamental, añade. f Pero también es re levante el rol que juega la familia. El apoyo de los seres queridos que superan sus propios temores con tal de permitir que los sueños de un hijo, un hermano o un amigo, se hagan realidad. Mi familia estaba muy nerviosa y asustada al igual que yo, pero todos enten- dían que lo que iba a hacer era por convicción. Me decían que si las cosas se estaban dando tan bien era porque estábamos siguiendo el camino correcto. Me escribían a Afganistán y me alentaban mucho. Incluso en una oportuni- dad mi padre me dijo que sentía una sana envidia por la labor que estaba llevando a cabo. Esas eran las cartas que yo esperaba con ansias, las otras, las compasivas y pesimistas, ni siquiera las leía porque no me hacía bien. Ade- más, siempre fue muy importante la labor de la persona designada por Médi- cos Sin Fronteras para serpuente de comunicación con mi familia. Ella estaba en Ginebra y de alguna manera se las arreglaba para decir la frase precisa y tranquilizadora que ellos necesitaban escuchar y que yo también quería oír, comenta. Van pasando los años y las circunstancias cambian. Mauricio Fernández contrajo matrimonio en abril del 2001 y aunque sigue entusiasmado con las aventuras solidarias, piensa que habrá que esperar antes de seguir ejercien- do estas labores quijotescas. Ahora hay otras prioridades que impiden que me exponga como lo hice en su momento. Quiero tener una familia y compartir con ellos·todo el tiempo posi- ble. Tal vez cuando ya esté más viejo y mis hijos hayan crecido pueda volver a viajar y recorrer lugares que necesitan de la ayuda urgente de todos nosotros. Hay muchos profesional.es de Médicos Sin Fronteras que lo han hecho así. En el fondo siento que el círculo no se ha cerrado, que hay una labor inconclusa que está aún aguardando por mí, agrega. Es que el doctor Fernández es un soñador. Durante su charla en el auditorio Julio Cabello compartió con los asistentes una frase que escu- chó a un norteamericano y que nunca pudo olvidar: "nuestras creencias 162

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