Huella y presencia (tomo III)

DR. j ORCI, F ERNÁNl)EZ quier individuo que intentase la contrargumentación, la duda y el orden. En el fondo Hoecker consideraba que cualquier persona devota del orden y la no exaltación era en esencia un aguafiestas. De sus alumnos esperaba heroísmo y tal vez más. Lo que más ansiaba de ellos era la autenticidad y la lealtad. Sin importar cómo se componía tu cargamento de virtudes y defectos, Hoecker ped ía que lo pusieras a la vista para su escrutinio. No sólo porque esa condición era parte de una relación entre caballeros, sino también un método astuto para sensar tu capacidad de autoaprendizaje y madurez. Y a pesar de tus demonios, era capaz de ca- var un pozo en e l desierto hasta encontrar agua si tenías sed , aunque por esa acción se adjudicara una nueva cicatriz, como siempre infringida por competidores o enemigos. Por lo mismo Hoecke r contaba con tu lealtad, de aquella que muestra el amigo real que te abraza aún si has cometido una acción indigna de tu estirpe. Y aquella dartagnesca combinación de expectativas y generosidad que Hoecker tenía con sus alumnos también le creaba su frente másvulnerable. En manos de un hipócrita o un desleal, Hoecker simplemente erúermaba de tristeza. Hoecker... ¿Qué transformaba a Hoecker en un maestro? Primero, una singular aura de grandezza y charme. En seguida, su erudicción. En él encon- trabas a un biólogo comple to, poseedor de una cantidad extraordinaria de información. Pero más importante aún, la inspiración que te transmitía para identificar un problema y resolverlo, te asombraba su destreza para buscar un sentido biológico general a los hechos específicos y de igual forma, ex- traer principios generales de funcionamiento a partir de sistemas particula- res. La lucidez era su regocijo y te empujaba a pensar como é l, no necesaria- mente la misma idea sino que la misma forma de manej a r la información . Lo homólogo primero, las analogías, tienes que aprender a establecer relaciones entre las cosas. Y a trabajar en el banco; así me decía Nicolai: en el banco, en el banco... En cuanto a ti, Hoecker veía en tu desarrollo académico una ruta para tu p ro- pia grandeza y emancipación, sin buscar beneficios en tus ideas o tus ma- nos. Hoecker era conocedor de su propio talento, tú eras su producto y no su instrumento. Poseía una forma libre de pensamiento y de sentirse natu- ralmente atraído por problemas biológicos fundamentales. Y aquella fue una fina característica profesional, destilada a partir del mosto científico más crudo e inocente, en una época en que el trabajo de un investigador no se valoraba por cifras de impacto. ¿Tuvo Hoecker algún impacto en mi vida? Sí, lo tuvo. Y presiento que nunca seré capaz de descifrar su verdadera dimensión. En té rminos acadé- micos podría contar todo lo que Hoecker yAlicia han hecho por mí durante mis estudios de pre y postgrado. Pero eso sería hablar de mí y no quisiera que nadie llegara a pensar siquiera que pretendo utilizar esta palestra para autopromocionarme. Aún así deseo contar una historia, la historia de un hecho que ocurrió mientras me encontraba lejos, muy lejos de Chile. Suce- dió que una tarde de invie rno boreal recibí un mensaje electrónico que 157

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