Huella y presencia (tomo III)

HUELLA Y l'RESENC:IA 111 sos humanos en el campo de la salud, que los servicios y espacios de la prác- tica médica per se, sustenten su quehacer con un reconocimiento que garan- tice su calidad con programas sostenidos en procesos de autorregulación, ya sea mediante evaluaciones individuales o colectivas, de carácter formal e informal, cuya característica básica sea la participación de los usuarios, ex- presada en mediciones concretas que den evidencia de su calidad y eficacia. Del análisis de la situación de los procesos de acreditación de institucio- nes formadoras y de certificación y recertificación de profesionales y técni- cos de la salud y otras consignadas en diferentes documentos se destacan algunos aspectos. La evaluación de instituciones y profesionales ha venido siendo incorporada paulatinamente como una actividad de corl'strucción de conocimiento sobre la realidad y sobre las propias prácticas evaluativas. Ella va adquiriendo un carácter permanente y necesario para la planificación y gestión de las actividades académicas, así como de la actividad y desarrollo profesional y su incidencia sobre la calidad de los servicios de salud, abrien- do nuevos caminos para las acciones de educación continua. Se abandonan acciones esporádicas y coyunturales donde la evaluación era un proceso reactivo que se efectuaba ante el surgimiento de problemas y cuya finalidad primordial era punitiva y de registro burocrático de rendimientos. Así puede afirmarse que el principio que fundamenta la evaluación no se agota en lo estrictamente académico. Un proceso evaluativo integral no se centra en la valoración de los conocimientos teóricos examinados, re- quiere que se amplíe su ámbito para establecer prácticas efectivas de evalua- ción y apoyo permanente de los docentes y de los estudiantes en el desarro- llo de sus conocimientos, habilidades, comportamiento ético, compromiso social y político. La experiencia de algunos países apunta a incorporar los elementos que, en doble vía, complementan y son parte sustancial de los propósitos educativos, lo cual implica desarrollar acciones evaluativas con relación a los procesos y actividades docente-asistenciales, educación conti- nua, contexto interno y externo de las políticas y programas de prestación de los servicios de salud y seguridad social. La evaluación se realiza cada vez más sobre bases metodológicas sólidas, cualitativas y cuantativas, tales como la definición de criterios comunes, la autoaplicación de estos criterios, la verificación de su cumplimiento, la toma de decisiones en base a sus resultados, el desarrollo de planes de seguimien- to y de reevaluación de las instituciones que permitan un entendimiento universal y objetivo de los fenómenos. Calidad y evaluación permanente se expresan en una estrecha e indiso- luble relación que permite a las instituciones orientar su acción en base a criterios previamente establecidos y a los nuevos, que surgen en el mismo proceso como efecto del análisis y reflexión que se va realizando, apoyados en la información obtenida. Los cambios que se produzcan deben ser a su vez evaluados, en relación a los beneficios que generen en función de los costos, con el propósito de 16

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