Huella y presencia (tomo III)

HUELIA Y l'l'I\St:NCIA 111 ción, se aceptaron alumnos sin humanidades completas; pero al demos- trarse que las técnicas de laboratorio, para ser entendidas y correcta- mente ejecutadas, requieren de una base que permita una mejor com- prensión de los fenómenos científicos, en los años siguientes se elevaron los requisitos de ingreso, exigiéndose no solamente la prueba de Bachi- llerato, sino que también pruebas especiales de admisión , incluyéndose un examen psicotécnico que permitiese una mejor selección de los postulantes, que año a año fueron aumentando en número. Además el primer semestre era considerado de selección, tomándose muy en cuenta las condiciones éticas, morales y de resporísabilidad de cada alumno. El Primer Curso inició sus clases en marzo de 1949, con 49 alumnos. Entre los postulantes se dio preferencia a los de sexo femenino y sólo se inscribieron tres varones que abandonaron los estudios durante los pri- meros meses de clases. Desde el principio se trató que los estudiantes adquirieran destreza para ejecutar los diferentes trabajos que se realizan en cada uno de los laboratorios, con base para la ejecución consciente de cada uno de ellos y para que, eventualmente, pudieran enseñarlos a otras personas, se les exigió un amplio sentido de responsabilidad en sus labores, de manera que se pudiera confiar plenamente en ellos; además se procuró que ad- quirieran hábito, práctica e interés en el manejo de los aspectos adminis- trativos de los laboratorios, que comprendieran la complejidad del tra- bajo médico y la importancia de cada detalle en su rico engranaje, dán- doles capacitación y orientación para colaborar siempre con eficiencia y precisión. Los alumnos eran así formados como personas y como profe- sionales, para que llegaran a poseer un claro conocimiento de la cultura en que les tocaba vivir, y una conducta dirigida por la razón, que fueran capaces de comprender, asumir y desempeñar su rol con eficiencia y con un alto sentido de responsabilidad. El programa de estudios abarcaba 30 meses divididos en: un semestre de ramos científicos generales, dos semestres de ramos técnicos y admi- nistrativos generales y dos semestres de Especialización Teórico-Práctica. Este plan de trabajo cubría unajornada completa: durante la maña- na, los alumnos que eran funcionarios de los hospitales, debían cumplir con su trabajo habitual; los que no eran funcionarios, debían realizar prácticas en distintos laboratorios de los hospitales, a fin de que pudie- ran conocer el trabajo que se ejecutaba en cada una de las cuatro espe- cialidades. Las clases teóricas se dictaban de 17 a 21 horas. Como no se disponía de salas de clases, cada profesor reunía a su alumnos en lugares que le eran facilitados, ya sea en las oficinas de la Dirección General de Beneficencia, en calle Mac Iver, o en el interior de algún hospital y; mu- chas veces, las clases fueron hechas en los bancos de los jardines del Hospital San Borja. 146

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