Huella y presencia (tomo III)

FUNDACION DE LA ESCUELA DE TECNOLOGIA MEDICA Tecnólogo Médico Lila Wolnitzhy<n Ev MI c.-I 1.11MI> I>I, 1,r;111°s,w,1 vu. l'JUMU/ cuuso de Tecnología Médica y de pri- mera profesional involucrada directamente con la formación ele Tecnólo- gos Médicos, h aré algunos recuerdos sobre los inicios d e nuestra profesión, procurando in terpre tar a través d e ellas esas primeras entusiastas mujeres que en diciembre de l 951 recibimos nuestro diploma de lo que e n esa épo- ca se llamó de Técnico l aborante, para posteriormente cambiarse por el ac- tual de Tecnólogo Médico de acuerdo a la denominación in ternacional para esta profesión. No cabe duda que cuando una nueva idea surge e n el momento prec iso, con toda seguridad tencld éxito e n su aplicación, y esto es lo q ue pasó con la Tecnología Médica; apareció e n el campo d e la medicina ch ile na e n el momento justo, cuando en el mundo se empezaba a hablar de los derechos humanos y de la salud como el más importan te d e e llos; y en Chile se empe- zaba la reestructuración de las distimas instituciones que trabajaban en ese campo, para formar lo que luego fue e l Seroicio Nacional de Salud, institución pionera en Sudamérica. Hasta ese momento los servicios hospitalarios ch il enos estaban re unidos en !ajunta Central de Beneficencia y e n sus hospitales, aparte de los méd i- cos y e n ferme ras, no se con taba con otros profesionales idóneos e n los dis- tintos servicios y laboratorios de diagnóstico; el personal auxiliar que traba- jaba en e llos era, en general , de baja escola ridad y sin ninguna preparación técnica adecuada; realizaban su trabaj o en forma rutinaria y sin saber e l por qué ni el para qué de lo que debían rea lizar. Eran muy pocos los médicos que se tomaban la molestia de ense11arles la forma correcta ele ej ecutar los exámenes, y de explicarl es los peligros que para la salud o la vida ele los enfermos podía involucra r un examen mal hecho o mal informado. No tocios los Auxiliares de Laboratorio tuvieron la suerte que yo tuve, d e trabajar junto a un doc torjulio Cabello, que supo despe rtar un espíritu d e supe ración en quienes fuimos sus co laboradores en el Servicio de Medicina d el Profesor Armas Cruz, en e l Hospital del Salvador. A comienzos de la década del '40, algunos médicos que habían visitado servicios hospitalarios e uropeos, habían sugerido iniciar la ense11ar.za ele personal esp ecializado pa ra los laboratorios; e n 1935 el médico labo ratorista Dr. Alfonso Costa Mascaró, de regreso de Estados Unidos, había h echo pro- 145

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