Huella y presencia (tomo III)
HUELIA Y PRESENCIA 111 referencias al Inferno eran frecuentes, ya que Strozzi, como buen florentino, además de amante de la cultura, era expe rto en la guerra; creía tener mu- chos enemigos que, en verdad no eran tales. Varias veces me repitió las pala- bras grabadas en el dintel de la puerta del Inferno: "Lasciate ogni spe ranza, vo i che intrate". Strozzi pasaba horas en los pasillos, fuera de su laboratorio, repartiendo conocimiento y cultura. El hombre de aula, laboratorio, tenía o tro sentido del tiempo y no comprendía nuestra prisa, nuestro apremio, con pacientes esperando en el policlínico y pabellón. La Escuela Oftalmológica Chilena se inició con Charlín. Espíldora Luque yVerdaguer Planas recogieron el legado del Maestro e imprimieron su sello personal a su enseñanza. En esta Escuela, de la que somos herederos, desta- ca el amor por la enseñanza. Carlos Charlín es anterior a mi tiempo y sólo sé de sus clases a través del relato escrito y oral, de muchos médicos que asistie- ron a clases. Adelante estaban él, un enfermo y un alumno. Se llegaba a la verdad, el diagnóstico, a través del método socrático: basado en preguntas al alumno. Se escuchaba al enfermo, se le observaba su vestimenta, sus uñas, su semblante y al final se llegaba al diagnóstico: una histeria, una tuberculo- sis, una sífilis. Al final, la apoteosis: el ciego histérico recuperaba la visión en presencia de todos los alumnos. Charlín, en un gesto teatral, deba un golpe con el puntero sobre el piso de madera del auditorio ¡Señores, la clase ha terminado! Los Profesores Espíldora Luque y Verdaguer Planas se caracterizaban por la claridad de la exposición: todo se entendía, nada parecía complica- do, nada había de accesorio, lo más importante: los alumnos recordarán hasta el último de sus días gran parte de lo allí aprendido. Hasta hoy me encuentro con médicos no especialistas, ya con largas carreras a cuestas que dicen: "hice el diagnóstico de glaucoma agudo porque recordaba la clase de su padre". Se enseñaba una oftalmología científica, con apoyo en la anato- mía, la fisiología, la física óptica: nuestros profesores eran estudiosos. No hacían clases a lo Charcot o a lo Charlín, pero los alumnos las seguían fasci- nados, eran amenas, eran interesantes, eran dictadas por profesores cultos y apasionados por la enseñanza y eso, el alumno lo aprecia de inmediato. Cuántas veces habían escuchado clases presentadas por profesores que me- nosprecian la enseñanza de pregrado que les quita tiempo para el laborato- rio de investigación o la redacción de un paper. Otro principio básico: se entrega todo lo que se sabe y esto se aplica muy especialmente al especialista en formación que más adelante será nuestro competidor. He escuchado a colegas negarse a enseñar a otros, técnicas que les ha costado aprender. Cuán equivocados están. El que lo da todo siempre recibirá mucho más que el que reserva para sí lo poco que sabe. Desde Charlín, la Escuela Oftalmológica Chilena nos inculca la aplica- ción del espíritu de investigación a nuestra labor diaria al examen de cada enfermo. Cada vez que escuchamos su historia y lo examinamos debemos pensar que ese paciente nos puede revelar algo nuevo, no descrito que po- 142
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