Huella y presencia (tomo III)

HL:ELIA Y PRl·~'>ENCIA 111 Esta ha sido, sin lugar a dudas, una época gloriosa de la civilización hu- mana, desgraciadamente todo este progreso material no se ha desarrollado en un ambiente humano y más solidario, como se hubiese esperado. El ser humano se ha ido desfigurando como persona, parece haber perdido la importancia que debiera otorgársele como centro del universo. Se estable- ce, así un contrasentido ya que, el hombre constituye el motivo y el estímulo para las ansias de desarrollo y de progreso que le otorgarían confort y bien- estar en todo sentido. Pero da la sensación que, en algún momento, se pier- de la brújula y prima el materialismo, el consumismo y la falta de respeto hacia nuestros congéneres. Es posible que se trate de una era inevitable en el desarroÍlo de la huma- nidad. Esperamos que pronto se produzca una reacción favorable con los cambios de actitud deseados de compañerismo, solidaridad y respeto para no seguir siendo considerados, solamente, como un número en las frías estadísticas económicas. Para ello es necesario aprender a usar inteligente y humanamente los recursos tecnológicos de la época, los que, sin lugar a dudas, nos permiten economizar un tiempo precioso para dedicarlo a cultivar nuestro espíritu y nuestra mente, a compartir con la familia, con los amigos, a gozar de la naturaleza y a participar en acciones de solidaridad con quienes la necesi- tan. Otra circunstancia que vale la pena destacar y que también se ha mani- festado con fuerza durante el siglo XX, es la creciente incorporación de la mujer, a nivel mundial en diversas actividades de sus respectivas Sociedades. Así, en Chile, hemos visto durante nuestro desempeño profesional, como las mujeres acceden, cada vez en mayor número, a diversas carreras univer- sitarias, incluso las tradicionalmente reservadas sólo a los hombres, comien- zan a incorporarse a los campos políticos y administrativos del país, como senadoras, diputadas, ministras, alcaldesas, etc. Asumen con entereza varia- dos oficios lucrativos, con el objeto de lograr su desarrollo personal o de contribuir a la economía familiar y, no pocas veces, para asumir el rol de Jefa de Hogar. Incluso se atreven a crear sus propias empresas ya sea solas o con sus vecinas y familiares, desarrollando desde labores de artesanía hasta la elaboración de diversos productos de consumo interno y, muchas veces, de exportación. Para colaborar con el desarrollo de estas mini empresas se han constitui- do, e n Chile, al igual que en otros países del mismo grado de desarrollo, diversas Instituciones públicas y privadas que facilitan la obtención de crédi- tos y organizan cursos de capacitación para microempresarias. Muchas de estas actividades tienen la ventaja que pueden ser desarrolla- das a nivel local e n sus hogares o en el vecindario, lo que redunda en bene- ficio para la familia, evitando que los niños adquieran malos hábitos como sucede cuando circulan libremente en las calles. También contribuyen, en mayor o menor grado, a mejorar la autoestima femenina, al sentirse capaci- 134

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