Huella y presencia (tomo III)

HUEUA Y l'IU~5ENCIA lII da. La cultura de la evaluación implica un conjunto de mecanismos para vencer la inercia. Este proceso, concebido como el vehículo que nos pone en el camino de la calidad, no tiene como objetivo principal la acción de 'Juzgar y sancio- nar". Se relaciona con aspectos físicos, recursos humanos y con la organiza- ción de labores propias, por lo que debe responder a un ejercicio de "plani- ficación" completa. En el caso de las Facultades de Medicina, las estrategias y métodos de evaluación deben responder a niveles o aspectos específicos, tales como revisión del proceso de enseñanza/aprendizaje, de sus profeso- res, de rendimiento académico, de competencia clínica, de forr~ación pro- fesional. A su vez, cada uno de estos aspectos debe estudiarse en el contexto de sus debilidades y fortalezas. Así, la evaluación debe ser vista como una etapa en el proceso de acreditación. La acreditación de los planes de estudio de las Facultades de Medicina, se realiza además con el fin de otorgar garantía de calidad de la institución en que se forman los profesionales de la salud al amparo de este plan. En esta búsqueda de calidad se encuentran actualmente las Facultades de Me- dicina pertenecientes a la Asociación Chilena de Facultades de Medicina (ASOFAMECH). El paradigma en este tipo de procesos lo constituyen las Facultades de Medicina americanas y canadienses. La evaluación de las Facultades de Medicina en Norteamérica comenzó alrededor de 1910 con el informe Flexner y se realiza en forma sistemática de~de los años 50. El "Liason Committee on Medica! Education" en Estados Unidos y el Comité de Acreditación canadiense han establecido una serie de normas y estándares de acreditación. El resultado ha conducido a la valida- ción de los diplomas médicos y ha facilitado la movilidad de los profesionales de norteamérica. En otros países del mundo anglosajón (Inglaterra y Austra- lia, en particular) también se han desarrollado criterios nacionales de acredi- tación. En países europeos, la acreditación de programas ha sido, de cierta manera, el resultado de la evaluación de las distintas universidades a nivel nacional y de los requerimientos de una comunidad europea integrada. En el curso de los últimos años, en América Latina algunas Facultades de Medicina se han sometido de manera voluntaria a algún tipo de evaluación, aunque este proceso no siempre ha conducido a la puesta en pie de progra- mas estructurados de acreditación institucional, de manera similar a la que se observa en los países de América del Norte. En nuestra región, Colombia, México y Chile lideran el proceso y, recientemente , facultades de Medicina del Mercosur, que incluyen Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile, se han constituido en una agencia de acreditación no gubernamental. Dentro del Mercosur también se ha constituido una comisión intergubernamental que se abocó al tema de acreditación en distintas disciplinas de educación superior. 14

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