Huella y presencia (tomo III)
ACREDITACION DE LAS FACULTADES DE MEDICINAY CALIDAD INSTITUCIONAL Dr. forge Las Heras Bonetto l)ECANO L" m1,; 1 N: QIIH 1.,1s u,v1vu1sm,\IJJ:S 1Jum,11,1,v ,11 rrn11111-x;1'/✓111s1,, es decir, evaluar su propio quehacer en forma individual e incluso colectivamente con el fin de mejorar sus programas, es una concepción de vieja data. Era el estilo de las universidades medioevales que dio paso a la acción reguladora del Estado, a medida de que los maestros fueron remune rados y las universidades requi- rieron mecanismos más estables de apoyo financiero. Con algunas excep- ciones notables, las universidades del mundo occidental se sometieron al control estatal durame el período que se extiende desde e l fin del medioevo hasta el úl timo cuarto del siglo XX. En la mayoría de los países desarrollados y en algunos en vías ele desarro- llo, como e l nuestro, esa larga tradición está cambiando. En razón a los problemas económicos y a la descentralización, y obedeciendo a una pre- ocupación generalizada por la necesidad de rendir cuentas acerca ele la ca- lidad y eficacia de los servicios (lo que los americanos define n como "accountability"), muchos gobiernos esperan que las universidades públicas se incorporen a procesos ele autoevaluación que conduzcan a la acredita- ción de sus programas. En el caso de las universidades privadas la necesidad de crear sistemas de autoevaluación puede obedecer, entre otros factores, al inte rés genuino en su propio desarrollo o a la intención ele evitar el control público. La impl ementación d e procesos permanentes y participativos de eva- luación, entendida ésta como la comparación de algo con un modelo o patrón de referencia, requie re de la exis tencia de u na cultura compati- ble. La cul tura de eva luac ió n implica que un organismo asuma la respon- sabi lidad de incorporar e l cambio institucional. Asimismo, requiere refe- rir a la política educa tiva los elementos que se desean o se deben cam- biar y reconoce r social e institucionalmente a los individuos en función del papel que deben jugar. Cuando se trata de formar una cultura a lre- dedor de la capacidad de la institución por comprometerse social, cultu- ral y políticamente, es necesario fomentar la capacidad de autocrítica mediante procesos de autoeva luación, los cuales no se agotan e n los pro- cesos de acreditació n. Esta cultura también requie re la aceptación de una actitud evalua tiva permanente que contribuya al d esar rollo de las instituciones educativas y e l consecuente impac to en la asistencia p resta- 13
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