Huella y presencia (tomo III)
HU'.LI.A Y PRESENCIA 111 Fue hace pocos años, a raíz de una ceremonia, que volví a empaparme del ambiente de la Capilla y a evocar los instantes tan significativos del pasa- do. Volvió mi alma a escapar a través de la luz de los vitrales y a ascender hacía los recónditos lugares a los cuales deberíamos algún día concurrir; hice un análisis retrospectivo, acerca de las promesas que me hiciera en mi temprana juventud y pienso que, lejos aún de la perfección, supe aprove- char esas sabias lecciones, que en horas de tristeza y dolor empaparon mi espíritu aún plasmable. En el curso de esa visita pude aquilatar que el hermoso Coro de madera ya no estaba, lo que siendo una gran pérdida para el recinto, no le restaba magnificencia y respetabilidad como la Casa de Dios y muro de llantos y lamentos, de consuelo y esperanzas. LA MATIRNmAD on. Hosl'ITAL SAN FRAi-;c1sco OE BORJA Ocupando prácticamente todo el frontis del hospital, por la Alameda Bernardo O'Higgins, se desenvolvía la Maternidad que ya en esos años se mostraba deteriorada por efectos de los años transcunidos desde su instala- ción. En él se desenvolvía la febril actividad de un Servicio que ostentaba un enorme rendimiento en Santiago, pero, también sustentaba a la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Chile y una de las Cátedras de la Universidad en la Carrera de Medicina. No obstante el deterioro material y la pobreza instrumental que la afec- taba, su actividad como Maternidad y desde el punto de vista universitario, era sorprendente, gracias al esfuerzo, la capacidad, el amor y la solidaridad que todos ponían en sus respectivas actividades. Nuestra primera vinculación con la Maternidad lo fue en 6º Año, como alumno de la Cátedra Extraordinaria que ejercía el Profesor Víctor Manuel Gazitúa, quien, a su vez, era el Director de la Maternidad. Las clases de Obstetricia, en la Carrera de Medicina, se efectuaban en un pequeño auditorio con capacidad para no más de treinta alumnos. Las cla- ses teórico-prácticas, la mayoría de las veces, eran ilustradas por casos clíni- cos muy bien seleccionados y de gran enseñanza. El Profesor Gazitúa poseía una gran capacidad de síntesis, fluidez en el hablar ydominio del lenguaje, lo que hacía que esa actividad, siempre fuera para nosotros objeto de gran atención y rendimiento práctico. El resto de la jornada lo dedicábamos a ver enfermos en distintas Unidades de la Materni- dad, con los ayudantes del Profesor y las matronas del Servicio y la Universi- dad. Todo ello contribuía a que, por un período, esa especialidad me des- lumbrara y estuviera tentado a adoptarla como especialidad en mi ejercicio profesional. Fue tiempo después, al efectuar el Internado en Medicina Interna y reci- 114
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