Huella y presencia (tomo II)

Dr. SERGIO PUENTE lograba llegar a la meta sobre los skies... Lo logró Victorino Farga quien, pese a que recién había conocido ese implemento, ganó el torneo de ski. Lo cómico fue que a Victorino se le rompieron los skies artesanales que usaba, metros antes de la meta, lo que no impidió que caminara, a trastabillones, hasta el punto de llegada. En atletismo yo hacía 100, 200 y 400 metros, postas, salto largo, salto alto y... lanzamiento de la bala. Amén del basketball (donde eran estrellas Tomicic y el indio Matieu) y el rugby (donde hasta el gordo Maira me ganaba en velocidad... ). Para qué decir que llegaba "hecho un quejido" a la casa, donde mi mamá me friccionaba con Linimento Sloan y me hacía prometer que el próximo año no me prodigaría tanto. Promesa que no cumplía, obviamente Estas actividades deportivas, que casi siempre terminábamos ganando, nos unieron mucho al "TercerAño", como les llamábamos a nuestros rivales, con quienes convivimos en el futuro: Manuel Santos, Pedro Castillo, Antilo, Enrique López. No sé si ahora se hacen Olimpíadas, pero esta actividad deportiva es muy necesaria en nuestro duro trabajo intelectual. Nos acerca a otros cursos, da una saludable salida a las energías propias de la juventud y... revasculariza el miocardio, como prevención del infarto en nuestra vejez. 1949. El año lo empezamos en una nueva sede, en Borgoño, donde estaba Parasitología. Esto como resultado del incendio de la vieja Escuela y a la espera de la próxima construcción de la tercera Escuela de Medicina (la primera en San Francisco, la segunda en Independencia). Yesta espera fue de... ¿25 años?... Entretanto, detrás del Existencialismo, aparece el Teatro del Absurdo, de Ionesco, Beckett y Genet, que será acogido, más tarde, por e l Teatro Experi- mental de la Universidad de Chile, con obras como El Rinoceronte, Esperan- do a Godot, Huis clos. Para qué decir que me convertí en habitué del Experimental, así como del Teatro de Ensayo de la Católica. Especialmente cuando nuestro compañero, Alberto Heiremans, que se retiró prematura- mente de sus estudios de Medicina, empezó a componer sus obras de teatro. Este 4 2 año, también preclínico, contaba con Medicina Legal, Farmaco- logía, Higiene y Semiología, en el Hospital San Vicente, con la pareja Balmaceda-Urrutia. Todos esos ramos contaban con nuestra especial aten- ción por la calidad de sus profesores: Valdivieso, en Farmacología, meticulo- so a la vez que práctico. Viel, en Higiene, con su estampa de Oxford-Man. Balmaceda, en Semiología, precedido de su fama en la Universidad Católica, de la que emigró por un incidente que nunca conocimos, con una claridad conceptual y un libro de apuntes de Semiología que se hizo famoso entre los estudiantes: "el Balmaceda". Ya empezábamos a tomarle cariño al Hospital San Vicente. 1950. Se termina la construcción de la planta siderúrgica de Huachipato, que se une a la planta de Paipote y la revista "Topaze" satiriza estas dos realizacio- nes de González Videla, a la vez que se ríe de la afición por el baile del 95

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