Huella y presencia (tomo II)
HUELLA Y PRESENCIA altura. Sus clases eran encendidos discursos en que el contenido no importa- ba tanto sino el cómo lo decía. Su histrionismo para expresarse justificaba el sobrenombre de "iluminado". Se paseaba inquieto tras el largo pupitre tapizado de blancos azulejos y terminaba sus frases con una enérgica expul- sión de aire a boca cerrada y un repetido golpeteo sobre los azulejos. Más bien sobre un solo azulejo, por lo que más de alguien sospechaba que lo tenía suelto adrede para impresionarnos con su sonido... En ese entonces había explotado, años atrás, la bomba atómica en Hiroshima y se hablaba mucho de la "transformación del átomo". Nuestro profesor no podía quedarse atrás y nos anunció que haría una demostración de transformación de la materia mediante la ruptura de un átomo. La noticia se esparció por la capital y ese día el auditorio se llenó de estudiantes y periodistas. A duras penas sus verdaderos alumnos pudimos acomodarnos en el ya estrecho auditorium. El largo pupitre estaba lleno de un~ serie de tubos y matraces conectados entre sí por una serie de gomas. Ante una espectante concurrencia explicó que, para facilitar la comprensión del fenómeno, un líquido incoloro, que se introduciría por un extremo, saldría por el otro con un "marcado" color azul. Lo que certificaría la transformación del átomo. Se hizo un silencio sepulcral cuando el líquido inició su recorrido por la serie de implementos hasta salir por el otro extremo con un marcado color... incoloro. Todos nos sentimos incómodos pero él no se amilanó y explicó que, a veces, los experimentos fallan... Más tarde aprenderíamos que todos los experimentos fallan cuando menos lo debieran. Lo curioso fue que al día siguiente los diarios ignoraron el incidente al que habían enviado sus mejores periodistas. Y, poco después, un periódico comentó que ese mentado experi- mento se hacía a los alumnos de liceo en los Estados Unidos. Pero, sea como sea, eso no logró desilusionarnos de nuestro iluminado profesor. Por· lo demás había sido el propulsor de la Ley de Medicina Preventiva, la Ley de Madre y Niño, así como la inclusión de vitaminas al pan, Ministro de Estado y líder del Movimiento Social Cristiano que,junto con la Falange Nacional, formarían más tarde, el Partido Demócrata Cristiano. Todo un personaje. Durante los tres primeros años nuestro curso participó activamente en deportes. Teníamos un buen equipo de fútbol, donde brillaban Sergio España, Pilolo Rodríguez, Sergio Valiente, Arturo Jirón, Gonzalo García, Andrés Bahamonde. Pero solamente llegábamos a la final, pues allí nos topábamos con el equipo de Mario lbáñez (el sucesor del "Pulpo" Simián, en el equipo profesional de la "U") y ahí no podíamos hacer goles. Claro que también ellos, dos cursos más arriba, tenían a Fuenzalida (más tarde jugador profesio- nal de Rancagua), la "vieja" Antilo, el "gringo" Schuster y el "globo" Montt (ambos fueron Ministros de Salud más tarde),"Kico" López. Durante las Olimpíadas Universitarias todos nos metíamos en todo. Para seleccionar al equipo de ski, viajamos en camión a Farellones y se eligió al que 94
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