Huella y presencia (tomo II)
HUEI.IA YPRESI::NCIA Durante todos los arios de la Facultad seguí cantando en el Coro, alter- nando estimulantes conciertos y giras, con interminables ensayos. Alcanza- mos la cúspide cuando cantamos" El Mesías", de Haendel, que dirigió Víctor Tevah en el Teatro Municipal. Sólo ahí vine a saber que Mario Baeza nunca había pisado el Conservatorio Nacional de Música y era un perfecto autodi- dacta. Razón por la cual no era aceptado por los doctos de la música. Lo que no fue obstáculo para que su empuje lograra que cantáramos "Israel en Egipto", de Haendel, la "Egloga", de Santa Cruz, "Carmina Burana", de Or-ff, etc. Este hecho elevó aún más el concepto que de él ya tenía, especialmente cuando su ejemplo logró que su lema: "Para que todo Chile cante...", se cumpliera ampliamente. Chile, en la década de los 60, se convirtió en el País de los Coros. 1 Una vez terminados mis estudios de Medicina seguí la huella de Mario Baeza como Director de Coros, organizándolos en todas las partes en que me detenía (Maipo, Arica, Santiago). Yesto durante 22 años. Y, desde luego, las "rabietas" esta vez corrieron por mi cuenta... En Santiago, con el Coro del Hospital San Borja- Arria.-án participé en numerosas ceremonias Universita- rias, congresos médicos, ceremonias rotarias, etc. Mi contacto de casi 30 años con los coros, me convenció que toda gente que canta no puede ser mala. La música sublima los pensamientos, alegra el alma y no deja hueco para envidias, enemistades ni cosas negativas. A la gente con depresión le recomiendo que cante, y verá cómo desaparece ese estado y apreciará las cosas con un prisma positivo. Incluso yo, hoy día, ya entrando al 8º decenio de la vida, cuando aparece algún atisbo de depresión me pongo a cantar: "El tiempo pasa... nos vamos poniendo regios...". Es cieno, la vida es muy corta como para dedicarla a una sola cosa... 1948. Pero, volvamos a la Medicina ... El 3er ario significó el término de los ramos básicos y el comienzo de los ramos preclínicos. Con ello aumentó la carga de materias, pero, en 3\ tres profesores descollaban: Emilio Croizet, en Anatomía Patológica, Amador Neghme, con Parasitología y Eduardo Cruz-Coke, en Química Fisiológica, Croizet era fra ncés de nacimiento, pero estudió en Chile donde se graduó de médico. Volvió a Francia y estudió con Babinsky, Vásquez, Widal, Roux y Metchnikoff. De regreso a Chile, se dedicó a la Anatomía Patológica. Todo esto le daba gran prestigio (los chilenos siempre hemos sido extranje- rizantes... ). Se rumoreaba que era hijo natural del Presidente Balmaceda, pero su fama derivaba, para sus alumnos, de su carácter festivo y de sus alardes de hombría. Para lo último acostumbraba a saludar dando un apretón de manos extremadamente fuerte y a cimbrar a su víctima. Por lo que debíamos abrirnos de pie rnas para sujetarnos de sus apr·etones de manos. Corría la anécdota que, explicando los elementos vasculares en una 92
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