Huella y presencia (tomo II)

HUELLA YPRESENCIA 11 realizaban fundamentalmente en Europa; de manera que sus clases eran siempre bien actualizadas. En ese e ntonces el mayor contacto de nuestra Univer- sidad era con la ciencia francesa y alemana. Por razones de idioma, prevalecía el contacto con Francia. Recuerdo que los textos de estudio que utilizábamos eran en francés, o traducciones del francés. El resto se estudiaba en "apuntes de clases" que las reproducían, aunque no siempre con mucha fidelidad. Temo haber abusado de vuestra paciencia y cansado vuestra atención, con informaciones que pueden parecer muy detalladas; pero eso era necesa- rio para comprender que si bien en esa época lo común era que no se rea lizara investigación en los laboratorios de nuestra Escuela de Medicina, en ellos se mantenía una informac ión permanente acerca de las diferentes ciencias básicas, por personas que sabían muy bien lo que era la investigación científica y quizá añoraban no poder dedicarse a ella. 1 Cuando cursábamos el segundo año, el profesor García Valenzuela se acogió a jubilación. A fines del año fue designado profesor de su cátedra un joven médico, Eduardo Cruz-Coke, que se había formado en el laboratorio de Noé, donde se había preocupado del estudio de los aspectos dinámicos de la bioquímica, orientación que comenzaba a aflorar en esa disciplina, como etapa necesaria después que e l conocimiento de la estructura química de los se1·es vivos había conseguido grandes logros. Cruz-Coke había publicado un libro titulado "La acidez iónica en clínica" que con tenía investigaciones originales sobre aplicación a la clínica de los conocimientos acerca de la regulación de la acidez iónica del medio interno. En él se empezaba a hablar un idioma hasta entonces desconocido en nuestra medicina, lo que produjo, al lado de cierta consternación e n el ambiente médico, el reconocimiento de que ese joven prometía. Desde las primeras clases que escuchamos a Cruz-Coke, los alumnos de ese curso percibimos que en la orientación que daba a sus lecciones, había un camino nuevo y promisor para e l estudio de los procesos biológicos, que se abría como posible de seguir en el laboratorio. Movidos tal vez por el entusiasmo que Crnz-Coke ponía en sus lecciones, seis de sus alumnos nos acercamos a él al final del curso para pedirle que nos permitiera ser sus ayudantes. De e llos, dos, Héctor Croxatto y el que habla, continuamos aun hoy día activos e n la investigación científica. Al hacerse cargo Cruz-Cok de la cátedra, denominada entonces de Quí- mica Fisiológica y Patológica, pidió que fuera trasladada al tercer año de la carrera, de modo que quedó un año sin curso, el que aprovechó para dirigirse a Europa, donde estuvo trabajando un tiempo con Lapicque, profesor de Fisiología de la Sorbonne. Después visitó los principales centros donde se estaba desarrollando la bioquímica dinámica e n Francia y Alemania. Volvió con información, inspiración y entusiasmo para iniciar trabajos de experi- mentación. Trajo tambié n algunos instrumentos, entre los cuales un aparato de Warburg, que estaba siendo empleado para el estudio del metabolismo de tejidos. Me tocó montar este aparato e iniciar investigaciones en él. 78

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=