Huella y presencia (tomo II)

PROFESOR DR.JORGE MARDONES RESTAT* Premio Nacional de Ciencias (1977) M ACTWIDAD UNIVERSITARIA.HA ESTADO ORJENTADA al cultivo de las ciencias, y a una de e llas en particular. Así como para entender lo dilatado de mi contacto con esta Universidad tuve que buscar su raíz, así también la distinción que he recibido me hace buscar la raíz de mi vocación científica. Mi padre no era un experimentador: no lo son en general los inge nieros. Buscan sus verdades por medio de la matemática y sus realizaciones son puentes, caminos, ferrocarri- les, empresas... Sin duda, mi vocación científica nació durante mis estudios secundarios en el Liceo Alemán de Santiago. Tuve la suerte de tener ah í profesores de ramos científicos que eran genuinos hombres de ciencia, que habrían sido grandes maestros en cualquier universidad del mundo. Mi profesor de matemáticas, Gregorio Koschella, nos enseñó a amar el á lgebra y la geometría, al contrario de otros que tienen la habilidad de enseñar a temerlas y a odiarlas. Mi profesor de fí sica, José Schmidt, e nseñaba con el experimento. Dedujimos la regla de oro d e la mecánica y la ley de Ohm, ¡de experimentos! En 1923 vi rayos catódicos, canales y Roentgen. Recuerdo, como si fuera hoy, al padre J osé aspirando con una máquina neumática de mano, el contenido de un tubo de vidrio que ten ía un electrodo en cada punta, y haber visto de repente aparecer una fluorescencia verde en un extremo. Vi moverse una rueda d e molino de mica e n el interior de uno de esos tubos, al paso de los rayos. No lo leí, no lo vi en una foto de un libro, ¡lo vi aparecer realmente! Mi profesor de biología, Arnaldo Eising, no se conten- taba con explicaciones teóricas. La disección de plantas y las excursiones a l terreno en busca de malezas, eran parte de la actividad habitual. Recuerdo haber visto la estructura microscópica del lobulillo he pático, antes de entrar a la Escuela de Medicina. Las clases de química del profesor Carlos Rumpf eran con matraces, tubos de ensayo y mecheros de Bunsen; no con pizarrón. Así aprendí a conocer y amar la ciencia, y supe que así se enseña. Permítaseme que abandone, por algunos momentos, la línea de ideas que estoy desarrollando. *Discurso de agradecimiento con ocasión de recibir la medalla "Juvenal Hernández" año 1988 en el Salón de Honor de la Universidad de Chile, 6 de septiembre de 1988. 75

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