Huella y presencia (tomo II)

HUELLA YPRESENCIA 11 siempre una consideración del presente con ojos de esperanza. Pero los historiadores profesionales suelen tener la mirada puesta en las grandes co- rrientes del desarrollo histórico, en la macrohistoria, o en aspectos de la vida del hombre pasado que a nosotros los profanos nossumen en un marde confusiones y de dudas. Eso, cuando por azar algún historiador profesional, fuera de los moldes técnicos de su labor, escribe en realidad un libro de historia para profanos. Pero junto a esa necesaria tarea que e llos cumplen, cabe a todo hombre preguntarse, sincera y francamente, por su trozo de pasado. Todos lo tenemos, ese trozo de pasado. Sólo que no siempre es historia. Por un lado, nuestro pasado personal, que es desdeñable. Por o tro, el pasado de aquello que hacemos o pensamos. Dar razón de e llo no es sólo cuestión de consecuencia lógica, de razonamie nto válido. Es también, y sobre todo, cuestión de pasado conscien te, de historia. Esto es así porque nadie llega a un mundo por hacer sin 1 o a uno ya en buena medida hecho. Porque nadie viene un buen día a preguntar, sino a lo sumo a compartir preguntas ya hechas, y quizá olvidadas. En la medida en que tú y yo podamos sentirnos compartiendo la vida que fue, estaremos en_condiciones de valorar que podemos hacer. Mientras más pasado incorporemos, más amplio y anchuroso será el futuro. Porque el pasado válido no es simplemente lo que pasó sino aquello de lo que pasó que pensado, puede ser incorporado a la construcción del futuro. Esta incorporación puede ser, por ejemplo, la certidumbre de una tarea ya hecha, de un camino ya ho llado, de lo que no precisa volver a hacerse. O el percatarse de un nuevo punto de arranque que podría, desde el pasado, iluminar diversamente el presente y configurar un distinto futuro. O el acopiar, sin án imo de cambio , lo ya visto, dicho o sen tido, a lo largo de una dimensión de la experiencia, en orden a incorporarlo como parte del propio quehacer y "saber " más. Tú reconoces en todo esto algo distinto de la narración de lo pasado por la narración misma. Reconoces una función del pasado. Que no consiste en extraer de él ejemplos, enseñanzas o recetas, sino en comprender mejor nuestra situación y nuestra vinculación en la esfera del hacer. Que si de un problema se trata, la consideración del pasado, debe permitirnos dar cuenta de su "problematicidad", de por qué ha llegado a constituir algo problemáti- co. Que si de una obra artística se trata, filiar sus orígenes y la historia de sus expresiones posibles, para explicar por qué es actual y por qué inactual. Que si de una costumbre o uso se trata, rastrear hacia el pasado e l instante primigenio y el momento también en que fue olvid ado, pues a veces se perpetúa más allá de toda comprensión y al intentar cambiarlos se tropieza con la inercia del hábito mecánico y no con la acción comprometedora vitalmente. Que si de una vida humana se trata, que a sí misma se presenta como inadecuada, el pasado puede otorgar un sentido, una unidad de ser que de repente se configura plena de posibilidades. Lo mismo para los pueblos, para las profesiones, para toda acción. 66

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