Huella y presencia (tomo II)
Dr. FERNANDO LOLAS STEPKE la técnica, etc. A veces asume la historia el carácter de una galería de personalidades "importantes", y hay siempre una curiosa oposición dialéctica entre biografía personal y "macrohistoria". Algunos escritores de libros de historia engendran sostenidas reflexiones sobre "filogenias" espirituales de temas o motivos que, sin alcanzar a veces una definición clara en cuanto ámbito del saber o del sentir, son como recurrentes problemas que están en la base misma de la condición humana y cuyo recuento y elucidación tienen a veces el propósito de "situar" espiritualmente a toda una generación. En otras ocasiones, aparece el intento de extraer de la relación de los hechos pasados enseñanzas o ejemplos que demuestren ser válidos o aplicables al presente o permitan predecir razonablemente e l futuro. Bajo cualquiera de estas posibilidades, e l pasado es convertido en pasado "consciente". Y pasado consciente es historia. Puede e lla adoptar todas las posturas imaginables, partir de los más variados preconceptos, utilizar los más disímiles esquemas interpretativos, pero pareciera ser que en lo profundo mantuviera siempre una función: pensar el pasado. Pensar el pasado quiere decir tanto reconstruirlo como indagar su natu- ral relación con el presente y con el futuro. En este punto, quizá debiéramos hacer una distinción. Existen, en la historia, por lo menos dos facetas: por un lado, es una profesión. Por otro, una vocación. La historia como profesión es un quehacer organizado y reconocido que ocupándose de la reconstrucción y explicitación del pasado, dispone de herramientas conceptuales y caudal metodológico suficientes como para tener sustentación y generar una tecnología docente que asegure su supervi- vencia y, eventualmente, su fertilidad operativa. La historia como profesión demanda de quienes a e lla se dedican una total dación. Supone una discipli- nada investigación crítica de los elementos constituyentes del pasado, un uso ponderado de la inferencia y una mirada atenta que traiga a luz lo pasado. La historia como vocación esta casi implícita en la historia como profe- sión. Pero la historia como vocación puede ser a veces no profesionalmente realizada sino una faceta necesaria de cualquier otra actividad. Es el compo- nente de "razón histórica" que debiera presidir el ejercicio de cualquier disciplina. En ella quisiéramos ver el intento de pensar el pasado como un acto fuera de todo molde técnico, un cultivo de la razón histórica buscado y trabajado sólo porque se reconoce su aportación a otras ramas del saber. Esta aportación consiste en dar cuenta del elemento genético y evolutivo que existe en toda disciplina. Si en esto llevamos acuerdo, creo que también concordaremos en asignar una decisiva importancia a la historia como vocación de todo hombre. La labor de los historiadores profesionales es el telón de fondo en el cual cada nueva generación va inscribiendo, en la arcilla tan maleable del pasado, sus propias inquietudes y angustias, sus búsquedas del propio valer, e l siempre renovado hálito de la nueva vida. La consideración del pasado es más o menos 65
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