Huella y presencia (tomo II)

Dr. SERGIO LECANNELIER del Prorrector Sr. Marino Pizarro, con el cual nos unía una amistad, fruto de un pluralismo real, me permitió obtener que se dictaran las normas para hacer realidad la participación de los académicos en la marcha de la Facultad. Así, los Directores de Departamentos fueron designados previa consulta a sus claustros, se eligió el Consejo de Facultad y, por último, por reglamento especial de la Rectoría, se produjo en esa especial época de 1986, por primera vez, que la comunidad eligiera al Decano de la Facultad, lo que representaba un primer signo de la recuperación de dicha autonomía. Reconozco que fui objeto de numerosas presiones para que fuera uno de los candidatos en la mencionada elección; pero se u·ataba de un paso en esa época de gran trascendencia para nuestra Universidad y por tanto debía estar rodeado de la mayor transparencia. En mi interior, fundamenté mi posición con palabras de San Pablo que decían: "cuando se realiza una buena acción, debemos desaparecer para que el sentido de lo obtenido adquiera la proyec- ción que deseábamos". En el cultivo de esta disciplina que es la Farmacología como tendencia de mi vida universitaria, considero importante recordar otra de las acciones del profesor Mardones, quien,junto al Ministro Dr. Ramón Valdivieso conu·ibu- yeron a crear el Formulario Nacional de Medicamentos. Es así, como en el año 1969, como una manera de enfrentar el incremento de nuevos fármacos cada vez más activos y riesgosos, se hace necesario seleccionar aquellos que resultan indispensables para resolver problemas de salud prevalentes en nuestra población y hacerlos accesibles a toda la comunidad, aun a los de menores recursos. Los conceptos de Valdivieso y Mardones sobre la equidad en el uso de medicamentos logran un reconocimiento importante para la Medicina Chi- lena, cuando diez años después la Organización Mundial de la Salud (oMs) los establece en el conceptos de "medicamentos esenciales" utilizando ideas similares e insistiendo que su realización era prioritaria para la atención primaria en salud. Formado en este ambiente, aprendí que además de formar profesionales idóneos en las salas de clases, en los laboratorios y hospitales, era importante que sintieran que formaban parte de una institución, que implicaba el deber de trasladar los conocimientos adquiridos a toda la comunidad, sino sólo seríamos una Casa de Estudios profesionalizante y sin proyecciones nacionales. Esta inquietud por los medicamentos ha sido más intensa en mi vida profesional, al contemplar los progresos trascende ntales de la medicina. Me permito destacar: primero, el mejor conocimiento hasta el nivel molecular de nuestras enfermedades y, segundo, el incremento extraordinario de los me- dios diagnósticos, que inexorablemente han ido produciendo la sensación de que nuestros pacientes se reflejan en imágenes y cifras, que producen un diagnóstico de la mayor exactitud. El problema que me inquieta es que tras esas imágenes y cifras se ha ido perdiendo lo más importante en salud, que es la persona humana. Así se 53

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=