Huella y presencia (tomo II)
Dr. GUSTAVO HOECKER poco andar, investigadores de USA, de Italia y de Inglaterra, descubrieron otros antígenos leucocitarios a los cuales dieron nombres que les parecieron adecuados, pero que crearon una enorme confusión. El problema se resolvió con una reunión internacional de investigadores, que en un mismo laborato- rio probaron la equivalencia de sus resultados por lo que cambiaron el nombre a Human Leucocyte Antigens (Hl.A). La aplicación del conocimien- to de estos antígenos al trasplante, en particular de riñones, muestra clara- mente que al descubrimiento básico sigue a la aplicación tecnológica. Esto es historia. El estudio actual de este sistema ha comenzado a mostrar que H-2 o Hl.A a nivel molecular son sistemas centrales en el transporte de ciertas órdenes de los genes hacia el citoplasma y la membrana celular y que las mutaciones en ellos están ligadas a p1·oblemas como la diabetes, la artritis y otras afecciones. Las aplicaciones ya vendrán sin duda alguna. Espero que esta breve (?) descripción de un hallazgo básico y su posterior aplicación tecnológica sirva como ejemplo de lo que las verdaderas Universi- dades aportan a sus países y a la humanidad. Para terminar, me referiré a la investigación del futuro que yo diría ya está marcada en sus razgos principales por la velocidad del progreso, la variedad de los campos de estudio y de aplicación y el exceso de la información diaria. El énfasis aparente de la ciencia actual en la tecnología, en especial , la computación, da a los universitarios de hoy el deseo intenso de resultados rápidos y un buen reconocimiento económico. Creo sin embargo, que esta nueva o la viene acompañada de varios pecados. Desde luego, una gran soledad del investigador que sólo comunica sus resultados cuando están aceptados para publicación; el no desarrollar nuevas técnicas especializadas por temor de perder tiempo sin publicaciones. Hay tantos otros problemas: la mecanización del trabajo de investigación a través de los kits, etc. Esto ha hecho pensar a muchos que los nuevos investigadores serán muy pocos y muy limitados en su especialidad. Yo soy optimista. Creo que las preguntas del hombre acerca de lo funda- mental de su naturaleza y del medio que le rodea en la tierra y en el infinito del cosmos están recién empezando a hacerse y que la riqueza de la informa- ción que a los mayores nos parece excesiva y agobiante será precisamente el estímulo de un número creciente de jóvenes investigadores en el futuro cercano. Esperemos que así sea. 41
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