Huella y presencia (tomo II)
Dr. NORllEL GAL/u"\ITI indicaban qui en de bía ser arrestado, del trnlo oprobioso y vejalorio a que fueron sometidos mis compa11e ros. Negro día para nueslra Escue la y su tradición libertaria. Regresé en noviembre de 1973, a un lugar completamenle diferente al que había dejado. Me esperaban tres sumarios con incre íbles acusaciones. Los profesores, estudian tes y funcionarios, antes alegres y combativos, esta- ban ahora temerosos y sile nciosos. Amigos se iban de la facu ltad y de l país. Ou·os desaparecieron (¿dónde estarás, Juan Chacón?) . Miedo, terror en la Escuela de Medicina. Soplonaje de algunos. Aun en este ambien te, siguieron los pajaritos revoloteando en losjardines, los acacios creciendo y mis tesistas también. Laurita siempre estuvo presente, tan fuerte como los acacios, e n su casino hogarei'ío, parte de las ruinas de la Escuela. María, Carmen y Nen a, a quienes 1·ecue1·do lolitas, vestidas de jumper cole- gial, fueron tomando la bandera, que aún hoy mantienen. El silencio y el miedo reinaron en la Escuela hasta 1982. Un mediodía de abril de ese a110, estaba escribiendo en mi oficina, cuando escuché nítidamen- te el grito de batalla de los estudiantes. Me estremecí y corrí al pasillo. Allí estaban, serenos y combativos, nuestros estudiantes. Fue e l inicio de una larga y viole nta batalla, que implicó la violación re iterada de la Facultad por carabineros, y a veces, por el Ejé rcito. Nuestros estudian tes eran acechados y golpeados, en tre bombas lagrimógenas y dispa- ros. Pasillos y laboratorios llenos de humo, barricadas e n los corredores. Algunos académicos escondiendo a nuestros alumnos, para evitar su arresto -que podía tener cualquier destino- otros dialogando con la fuerza pública para lograr la libertad de los detenidos. La imagen de nuestros estudiantes en el suelo, con las manos detrás de la nuca, entre golpes y gritos, no se borrará jamás de mi memoria ¡cuánta lucha y sufrimiento! Nuestra Escuela se alzó como un punto de fuerte resistencia a la intervención militar. Aquí se re unía la Asociación de Académicos, aquella organización luchadora y valiente que existió h asta poco antes del advenimiento de la Democracia. En e l auditorio Julio Cabello se llevó a cabo, e n 1987, un memorable claustro de profesores de toda la Un iversidad de Chile, que e nfrentó al Rector Delegado de turno, logrando su destitución. Nuestra Escuela fue uno de los pocos espacios de libertad, por los cuales respiró nuestro país. Hoy es difícil recordar esos tiempos, tan incre íblemente cercanos. Hasta se considera de mal gusto h acerlo. Pero es parte de nuestra historia, y de nuestra memoria. Es parte de nuestra hue lla, y de nuestra presencia . Un hecho inte resanLe es que durante todo ese largo pe ríodo de lucha, las aclividades de docencia e investigación continuaron sin pausa. En esa é poca nacieron en la Facultad los programas de Magíster y d e Doctorado. Aquí se organizaron sociedades científicas, y otras fueron dirigidas desde nuestras oficinas. Se firmaron importantes convenios y se realizaron cursos inte rnacio- nales; en muchos casos, nuestros visitantes extranjeros fueron testigos de la viole ncia, e incluso la sufrieron. Nada de tuvo e l andar de la Escuela. 35
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