Huella y presencia (tomo II)

HUELLA Y PRESENCIA 11 un nuevo acto del drama, como necesitaba t rabajar a 4ºC, abría todas la ventanas para que en trara el frío crujiente del invierno, obviamente, en eso momentos no era yo la alegría del laboratorio. El profesor Gasic se fue a USA en junio de 1965, y yo quedé varado en es1 enorme edificio, muy solitario. Aparecieron amigos que me rescataron, y qU< guardo hasta hoy: Sylvia Leiva, Eduardo Bustos, Humberto Maturana,Juar Vergara, ellos me convencieron que me trasladara a la Cátedra de Biología donde me dirigí en 1967. El profesor Gustavo Hoecker era ELJEFE, así cor mayúsculas. La Cátedra estaba en un diente de la nueva construcción, que había sido tomado por biólogos y genetistas después del terremoto de 1965. Me d ieron un espacio, en e l segundo p iso, en un laboratorio de Maturana. Pobrecitos, no sabían lo que hacían. Cuatro años después, derribé murallas} armé mi primer laboratorio independiente, donde viví feliz muchos años, . . . . ¡ JUnto a mis pnmeros tes1stas. En 1968 ocmrió un suceso maravilloso: La Reforma Universitaria. Re- cuerdo un mediodía de mayo, cuando subimos al decanato, en el segundo piso del hospital JoséJoaquín Aguirre (sabiamente alguien decidió mover el decanato, poco después, a una construcción e n el quinto piso, de más dificil acceso). Fue una toma simbólica, que cambió la vida de nuestra Facultad para siempre. Cuando bajé al patio, la voz de Carmen Lucaveche, curiosamente trémula y segura a la vez, informaba sobre hechos similares que sucedían en toda la universidad. Con sincronía sorprendente, también ocurrían en el París de mayo de 1968. Meses de reuniones y discusiones, la mayoría de ellas en el auditorio Emilio Croizet, con una participación masiva de académicos, estudiantes y funci onarios. Hasta llegar a un acuerdo de convivencia y de trabajo. Esa reforma, tantas veces vilipendiada, impulsó un profundo cambio en la vida académica de nuestra Facultad. Verdad es que ocurrió la politización del movimiento, hecho inevitable con siderando el momento histórico. Pero el trabajo de investigación científica se expandió enormemente, así como la presión de la comunidad universitaria para obtener más recursos del Estado para las universidad es y para CONICYf. A su vez, mejoró la infraestructura, organización y metodología docente. La toma de decisiones dejó de ser privativa de una o pocas personas. Más cerebros y corazones compartieron responsabilidades. Esta ampliación del poder en la universidad derivó en largas discusiones, que a veces retrasaron desiciones, pero que finalmente representaron avances innegables. Infortunadamente, la radicalización polí- tica y la ideologización extrema, crearon el caldo de cultivo para el triste final de tan he rmoso movimiento. Estaba en Escocia en septiembre de 1973, y no fui testigo del ingreso del Ejército a nuestra Escuela. Supe de la fre nética e inútil búsqueda de armas y del desalojo de académicos y funcionarios de los laboratorios, llevados con las manos en alto y a punta de fusil al gran patio frente al hospital. Me informa- ron de la iden tificación y arresto de numerosas personas, de algunos que 34

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