Huella y presencia (tomo II)

HUELLA YPRESENCIA II Lectura. Para llorar, pero los gringos no se dejaron impresionar y la Escuela de Medicina tuvo que hacerse cargo del sueldo del Sr. Villalón y de los costos de suscripción de revistas. En estos primeros años todo el personal hacía turnos, sin pago extra, pues la Biblioteca atendía todos los días del año, excepto 1 º de mayo y 1 º de enero, en días hábiles hasta las 21 h , y sábado hasta las 19 h, en domingo y festivos de 09 a 13 h. En 1958 nos trasladamos a la que había sido una antigua sala de hospital, en el sitio en que hoy se encuentran las multicanchas (ahí funcionaba el casino de la Laurita el que pasó a ocupar el sitio que tiene en la actualidad). Allí las condiciones de trabajo eran un poco mejores. La Sala de Lectura era muy grande y muy alta y en invierno se calefaccio- naba con una salamandra a leña y carbón que había que encender en cuanto llegaban los encargados de aseo, pues metía un ruido ensordecfdor mientras se calentaba y empezaba a funcionar normalmente. Esta situación se prolon- garía por un par de años, ya que también ese lugar estaba destinado a otros proyectos; sin embargo, permanecimos allí hasta el año 1972 para trasladar- nos al Diente D-1 de la nueva Facultad y, en el año 1980, definitivamente al edificio que se había construido para el efecto. En mis primeros años tuve contacto a la distancia con las eminencias de la Medicina de esta época, porque como buenos seguidores de la medicina francesa, a cuyo país iban a perfeccionarse, no tenían un trato muy familiar, como no fuera con sus ayudantes o colaboradores directos. Eran en el buen sentido de la palabra "los semidioses", denominación acuñada por el cine francés en una memorable cinta referida a los continuadores de Galeno. El hecho de quedar al lado del Hospital José Joaquín Aguirre en donde funcionaba la mayoría de las cátedras clínicas, hizo que nuestro contacto con médicos y profesores fuera más cordial. La mayoría partía a perfeccionarse a Estados Unidos y se encontraban con que eminencias mundiales de la Medi- cina, entre ellos varios Premios Nobel, llegaban a la Universidad con blue jeans y camisas sport. El traslado del Decanato que antes funcionaba en la Casa Central de la Universidad, hasta el 5º piso del Hospital, significó un aire de cambios que anticipaban también a los de la reforma que flotaba en el ambiente universi- tario. El personal no académico tuvo la oportunidad de participar en la elec- ción de las autoridades, aunque en un porcentaje no muy significativo, pero que a la vez provocó un acercamiento y mayor camaradería con los académi- cos. Fue en esa época de cambios cuando la Biblioteca pasó a denominarse Biblioteca Central de la Facultad de Medicina y de ella dependían 13 biblio- tecas periféricas, insertadas en los diferentes hospitales de Santiago donde existían cátedras universitarias y en otros servicios de la Facultad. Luego, la Facultad se divide en cinco Facultades independizándose también los servi- cios de biblioteca. 172

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