Huella y presencia (tomo II)

JORGE AR>\YA F. Montt, Brinck, Vargas Molinare, Velasco, Meneghello, Roa, Flores, Egaña y tantos otros que el sentimiento emocionado me hace omitir. No puede estar ausente de esta página mi g ratitud hacia la esposa que me ha acompañado durante 34 años y que ha comprendido los pormenores de mi trabajo, soportando mis inquietudes, salidas a terreno, los desvelos por dar cumplimiento a los requerimientos de aquellos dignos profesores que lucha- ban por la vida de una persona y para quienes la imagen fotográfi ca e ra de gran ayuda. Ahora lamento no haber dejado testimonio de mi colaboración en gran- des eventos quirúrgicos en manos de esos profesores inolvidables, de compa- ñeros que por distintas razones ya no están , en fin .. . jamás pensé que alguna vez tendría la oportunidad de narrar mi experiencia para un libro cuyo título resume el alma que tiene e.sta Facultad. Es allí, donde antes estaba ubicada la Escuela de Enfermería, ese viejo bastión donde no entraba varón alguno, donde aún me encuentro laboran- do. Una casona inmensa, con su famosa pajarera, ventanales d el siglo pasado que le otorgan una atmósfera de solemnidad, reina una armonía casi indes- criptible. La jefatura está atenta a los problemas laborales y humanos de cada funcionario, hay compañerismo y respeto entre los funcionarios que allí nos encontramos en cadaj ornada . ¿Seremos acaso una excepción?, ¿o es que algo d el pasado se quedó allí anclado para dar testimonio de esa otra etapa? La planta física es antigua, pero confortable. Con el calor humano no se pasa frío y el invierno se hace más corto. El aromo cercano pronto anunciará una nueva primavera. 165

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