Huella y presencia (tomo II)

HUELLA YPRESENCIA 11 En sus años mozos Hugo tenía un gran apetito, en términos elegantes era un gourmand. Con los años éste no decreció tanto, pero se hizo más selectivo y sofisticado, como nos pasa a todos, llegando a ser un verdadero gourmet y gozar del pisco sour, la buena mesa y, muy especialmente, de los buenos vinos. Un buen testigo de las pesadas y abundantes reuniones-comida, realizadas por los más diversos motivos y en repetidas ocasiones, es Gustavo Pineda, quien aún conserva su apetito de adolescente. Una de las razones, aparte de las genéticas, de por qué Hugo nunca fue obeso, ha sido su actividad deportiva. Futbolista tenaz y más empeñoso que bueno, estuvo siempre presente en los partidos intercátedras e interhospita- les. De los que participaban como estrellas del equipo delJJA puedo mencio- nar a Evaristo Cancino, Carlos Noriega, Hugo Cohen, ltalo Zanzi, Mario Varela, Selim Concha, Edgardo Carreño, con los refuerzos qe los doctores Avendaño y Valdecanto del Roberto del Río, este último muy activo como médico en nuestra selección nacional. En una oportunidad, tal era su brío e ímpetu, que cabeceó la pelota un poco más abajo de lo aconsejado con la frente. El golpe en su ojo le desenca- denó un reflejo vaga) y si no hubiera sido porque sus compañeros eran médicos, no tendríamos motivo para estar reunidos hoy. Esta experiencia lo tranquilizó y se inició en el tenis. Jugábamos todos los fines de semana y el resultado era siempre el mismo: uno le daba la paliza al otro. Ustedes querrán saber quien era el eterno ganador, pero por deferencia hacia nuestro homenajeado, no revelaré el nombre del perdedor. Con los años pasamos a los partidos de dobles; los otros dos eran un médico y un ingeniero forestal, pero todos nos conocían como el famoso cuarteto de los doctores. En una oportunidad un grupo de jóvenes, amigos de nuestros hijos, se detuvieron para observarnos. Al cabo de un rato uno de ellos dijo: ¡por Dios los viejos malos, pero por Dios que lo pasan bien! Yde eso se trataba. Debo dejar en claro que el por Dios es la versión editada de la exclamación original. Finalmente el cuarteto se desarmó. Uno lo hizo por una artrosis de la cadera y otro por viejo flojo. Yo cambié a un deporte más tranquilo, pero Hugo ingresó a un equipo de futbolito, del que no tengo mayor información, por lo que no podré contarles acerca de sus hazañas. Hugo, con todo cariño Muchas gracias 160

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