Huella y presencia (tomo II)
HUELLA YPRESENCIA 11 medicina, e incluso, poetas y filósofos; en verdad, su maestría era la de un artista, como la del escultor que va trabajando el mármol hasta dejar que la figura escondida salga a la vista de todos. Sus clases teóricas también eran únicas. El profesor Roa era capaz de mantener el interés del auditorio durante varias horas, y aunque el tema podía ser el mismo que ya hubiera tratado en otra ocasión, nunca una clase suya era igual a otra. Transcribí muchos borradores de esas clases y puedo afirmar que en cada una de ellas abordaba la materia desde una perspectiva diferente . Al principio yo no comprendí por qué no repetía lo ya hecho, hasta que me di cuenta de que para él ningún tema estaba totalmente acabado y terminado, sino que continuaba pensándolo a la luz de nuevas perspectivas. Sin duda a eso lo movía su interés por la filosofia, la antropología médica, la ética, la historia, la literatura, el arte , la música; esas disciplinas le abrían nuevos horizontes en su búsqueda del conocimiento del homb~re. Creo estar en lo cierto, entonces, cuando digo que e l profesor Roa fue un humanista por excelencia. En sus escritos, en sus investigaciones, en sus clases, estuvo siempre presente el afán de llegar a conocer lo que es el hombre, su existencia, su lugar en el cosmos, su desarrollo, su obra, su destino; y ello porque para él el ser humano era algo admirable, era algo de lo cual se sentía responsable y al que quería cuidar y engrandecer por su especial dignidad. Me llamaba la atención en los primeros años, el hecho de que con todos los talentos que tenía se dedicara, sin embargo, a una especialidad poco valorada, cuyo desarrollo se daba en un ambiente tan ingrato desde el punto de vista de la imagen y de los medios disponibles, con escasas expectativas de éxito y lucimiento, y con pacientes que poco o nada podían colaborar. No obstante a partir de aquello que era, si así pudie ra decirse, casi lo desprecia- ble, él encaminó su búsqueda de lo más humano del hombre. A estos pacientes lo vi dedicar horas y horas de estudio a fin de conocerlos acuciosa- mente, y a raíz de ese conocimiento elaborar conceptos originales que ayudaron a aliviarles su enfermedad. Pienso que justamente su visión del hombre como una integración total alma/ cuerpo hacía que no considerara a esos pacientes del modo un tanto reticente en que, generalmente, se los mira, sino al contrario, con una asombrosa naturalidad. Así lo muestra esta cita suya sobre el concepto de persona: A lapersona la concebimos como una unión íntima, en el sentidodeAristóteles y Santo Tomás, ...entre alma y cuerpo... de tal manera que hasta la partícula cmporal más ínfima... está traspasada y dinamizada por el alma y el alma a su vez necesita de la materia para dar expresión langi,ble a su actividad.. . porque el cuerpo no es mera envoltura sino w que le da reciedumbre a las creaciones... 3 . 3 Roa, A. Etica y Bioética, Ed. Andrés Bello 1998. 152
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