Huella y presencia (tomo II)

Dra. COLOMBA NORERO V. Sentadas en esos sillones de felpa beige del Decanato, ambas nos miramos. Yo, con bastante susto. Estaba frente a todo un personaje, al que sólo conocía por sus actuaciones como Vicedecano en numerosas Comisiones donde planteaba ideas concisas, sensatas y profundas. Mi duda era: ¿Me podré entender con esta doctora? ¿No será demasiado severa? Así, decidí decirle lo primero que se me pasó por la cabeza; Doctora, para poder trabajar bien con alguien, necesito que me quieran... Aún no olvido su mirada algo sorprendida y un pequeño gesto de picardía, que me envalentonó para decidirme a aceptar la responsabilidad que se me ofrecía. Nunca he tomado mejor decisión en mi vida. Me permitió conocer a un ser humano excepcional. Me permitió, a esas alturas de mi carrera, adquirir una maestra. Así la reconozco. Como una guía insustituible, fuente inagota- ble de conocimientos insospechados. Una constante sorpresa. ¡Qué mejor decir de una persona! A poco correr de los días empecé a experimentar su real personalidad. De aquella severidad aparente empezó a emerger un sentido del humor, una capacidad de reírse de las circunstancias, de poner el granito de pimienta necesario para condimentar el trabajo cotidiano. No recuerdo otras etapas de mi vida en que me haya reído tanto. Se estableció así una especie de código de humor que ha matizado para siempre nuestras relaciones. ¡Es cierto que el aprendizaje cuando se efectúa con agrado, no se olvida! Trabajamos duro, pero siempre hubo tiempo para el afecto, para la preocupación cariñosa, para la pequeña charla. Y así fue configurándose la que es para mí, la Cristina Palma más notable, la de los gestos diarios que la muestran tal como es. Yfueron surigiendo las anécdotas. ¡Cómo olvidar su llegada a Chillán, inmediatamente después del terre- moto, acompañada de la que era su gran amiga: Lea Carlini! La decisión de partir hacia allá fue tomada por la Dra. Palma en forma imprevista, al encontrarse por casualidad con Lea que partía esa misma noche a la zona con un contrato temporal.Juntas se embarcaron en el tren nocturno a Chillán, con la idea de permanecer allá 3 meses. Se quedó 10 años. Y para qué decir cómo le comunicó a su familia de esa decisión. A la pasada del tren por ~an Fernando, en el andén, avisa que se va con un cargo a la zona terremoteada. La primera noche la pasa en las bancas de la sacristía de Coihueco, contemplando el cielo estrellado porque el pueblo, incluyendo la iglesia, estaba en ruinas. No había dónde alojarse. ¡Qué muestra de temple, la de estas dos mujeres! En el ambiente de miedo y desenfreno que se produce en las grandes catástrofes mantienen la calma y se prodigan en la atención de la gente, ¡mientras la tierra seguía temblando! Esa fortaleza ya la había demostrado desde niña. Vivió sus primeros años 145

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