Huella y presencia (tomo II)

Dra. COLOMBA NORERO V. máticas. Sólo con estas características podían sobrevivir en un medio que no les era precisamente fácil. Primero, hubo una derivación mayor hacia Salud Pública y Pediatría, considerada esta última "apropiadamente femenina". Sin embargo, ¡Por Dios que hay que tener coraje para atender a un niño moribundo! Enfrentar el dolor de un paciente es terrible a cualquier edad, pero lo es más aún en el niño. Los pediatras saben que la sensibilidad exagerada no sirve, que la lucha hay que darla aunque parezca cruel o perdida, que existe un tremendo potencial y una reserva de energías en el niño que es su gran capital. Las mujeres pediatras lo hemos entendido hace mucho tiempo. De allí nuestra firmeza y, a veces, nuestro aparente desapego. ¡No involucrarse!, de otra manera, resulta dificil actuar... Es notable que la mayoría de las doctoras de esa primera etapa, hayan podido desarrollar, además de su profesión, una vida personal muy plena. Habla muy bien de su gran capacidad organizativa, apoyadas en nuestro país por una gran cooperación familiar y un eficiente servicio doméstico. Al conversar este punto con mis colegas, prácticamente todas destacan la sensación de culpabilidad, en mayor o menor grado, en relación a su familia. ¡Cuánto se dejó de lado o se hizo eficientemente, pero a la rápida, para cumplir con las obligaciones de la profesión! Volver a trabajar cuando los hijos tenían un mes y medio de vida significó un importante trauma para la mayoría. Llegar atrasada a las reuniones del colegio, correr a comprar útiles escolares a última hora, estimular a que las tareas debían ser hechas indivi- dualmente y sin ayuda. Tratar de mantenerse presentable en las reuniones sociales, no mostrar el cansancio y dar imagen de seguridad aunque por dentro las dudas sobre la validez de lo que habíamos elegido como esquema de vida, nos asaltaron ¡Tantas, tantas veces! Quizás lo peor de todo en esos años, era que los problemas personales no podían ser explicitados. ¡Una se los había buscado! En la actualidad, algunos de estos aspectos han mejorado y otros se mantienen igualmente vigentes. Incluso han empeorado las condiciones de apoyo doméstico, se toman con gran ligereza las determinaciones en cuanto a romper los vínculos matrimoniales, pero al menos, ya no se necesita demostrar que somos igualmente capaces para enfrentar una tarea. El ingreso de la mujer a los distintos campos de la medicina no se cuestiona abiertamente. Ahora no sólo se puede actuar como profesional sino que además la incorporación a la investigación y a las labores de gestión académica son cosa de todos los días. Pero ¿es mérito exclusivo de las mujeres? ¿no corresponde esto a la paulatina retirada del hombre de las actividades académicas? No cabe duda que la Medicina, especialmente en lo que se refiere a la vertiente académica, ya no es una carrera "rentable". Otras profesiones son más consideradas en ese aspecto. ¡Es tan típico el predominio femenino en todas las actividades mal remuneradas! Por eso, no debe extrañarnos el mayor 141

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