Huella y presencia (tomo II)
HUELLA YPRESENCIA 11 Estas directivas tienen que aparejarse con la utilización de dispositivos educacionales de alta tecnología, para emplear también tales sofisticados recursos en dimensiones de escala, masivamente, sin abandonar lo que para la educación en salud resulta irrenunciable como es la enseñanza tutorial. Aquí se da la aparente paradoja de exigirnos nosotros mismos, el desarrollo de una atención cada vez más personalizada, como la cristalizada en el programa de tutores, a la par que se está estimulando la independencia del alumno y su autocontrol. No de menor trascendencia y ligadas al mismo cambio de metodologías, se imponen las innovaciones en los procesos de calificación de los alumnos, las diversas ponderaciones y criterios con que precederán los eventuales evaluadores, la priorización de objetivos alcanzables y el establecimiento de niveles de profundidad del aprendizaje en clínica, proporcionados al avance curricular )' a la diversificación de materias, como parte de lás estrategias educacionales insertadas en los programas de formación. Por último, concordante y pertinente con una tal provisión y distribución de contenidos educacionales y con la pérdida de las fronteras disciplinarias, se ha dispuesto la nueva estructuración de las áreas básicas y preclínicas en la organización del Instituto de Ciencias Biomédicas, fundidas ahora en catego- rías difusas de programas proyectados a una progresiva integración con la práctica clínica y la salud pública, y recalcando, una vez, más la apreciación holística de la medicina desde sus vertientes moleculares a los escenarios de la atención personalizada, en la conjunción médico-paciente. TIEMPO DE DEFINICIONES El tercer tiempo de esta reflexión cae en el vértice del dinamismo universita- rio porque, una vez más, la inquietud promovida por la filosófica ansiedad de conocerse a sí mismo, hace presa de la institución para responderse a un ¿qué significo?, ¿qué hago?, ¿quién soy? Preguntas válidas porque in terrogan sobre caminos, intereses legítimos y conductas, como las que provocaron la emergencia de la Universidad y, antes, de la Escuela de Medicina, ambas hoy en trámites de permanecer vigentes. Preguntas que seguramente demoraron largo tiempo en ser respondidas y eso, para muchos, justifica la impaciencia, la ira, incluso, la intolerancia. Porque, y con mucha razón, cuando se ha privilegiado por centurias un modelo de tanta trascendencia en la historia nacional como lo ha sido nuestra Universidad, basta la mera suposición de avasallamien to o viraje respecto a esa imagen relevante para considerarlo, hiperbólicamente, herejía o insulto contra un valor sagrado e intocable. Así, el q ue la Universidad haya desvaído su ser nacional, se haya reducido el financiamiento fiscal y su presencia como ente de representatividad estatal ydisipado, en gran medida, la consideración de la autoridad pública sobre lo que estimaba su legítimo fuero. 16
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