Huella y presencia (tomo II)
HUELLA YPRESENCIA 11 Barzelatto yotros, introducían las técnicas radioisotópicas para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del tiroides. En esos ar'ios conocí a Carlos Maninoya, quien fue esencial para la creación del Instituto de Física Nuclear, siendo su primer Director. Carlos era un excepcional ser humano que no sólo dirigía la institución sino que también irradiaba su pasión a todos lo que allí trabajábamos. Se interesaba por la investigació n que realizábamos y era capaz de aportar ideas a físicos, matemáticos y biólogos. A comienzos de los años 70, enriqueció la Escuela de Medicina, ejerciendo el cargo de Director del Depanamento de Fisiología y Biofisica. En la Escuela d e Ingeniería, fueron diseñados y construidos equipos para detectar radioactividad. Gracias a ello, completamos varias publicacio- nes sobre la eritropoyetina. El Instituto de Física Nuclear fue, junto a grupos de otras Facultades, el origen del Instituto de Ciencias y luego Facultad de Ciencias. 'En todos éstos una pléyade d e investigadores se ha formado. A comienzos de 1970 yo también pasé unos años en los barracones de esta última, cuando aún estaban en obra gruesa, en la calle Las Palmeras. En 1959 partí a la Universidad de Berkeley en California. Además de continuar con los estudios que realizábamos en Chile tomé cursos para mejorar mi formación en física y matemáticas. Luego de año y medio me trasladé a Memphis, Tennesee, con la intención de iniciar una nueva línea de investigación fisiológica, que con tinué al regresar a Chile en 1962. Pude poner en marcha mi nuevo laboratorio en la Escuela de Ingeniería, gracias al apoyo de un Grant de l National Institutes ofHealth de USA, que financió mis investigaciones por diez años. El proyecto consistía en estudiar la permeabili- dad capilar mediante el uso de isótopos radioactivos. La expansión de mi grupo de trabajo y la llegada de nuevos equipos hizo conveniente que regresara a un ámbito médico yasí fue como crucé el Mapocho hacia el Norte, de retorno a esa calle Independencia de tan nostálgicos recuerdos. El profe- sor Samuel Middleton atraíajóvenes y no tan jóvenes como yo, cautivados por el amor a la ciencia que se respiraba en el departamento de Fisiología. Se había mantenido allí la tradición, que continúa aun hoy, iniciada por el profesor Francisco Hoffman. En esa época estaban ya habilitados algunos"dientes" del elefante blanco de Independencia 1057, pero el Depanamento de Fisiología adonde me integré era sólo una"caries" y no tenía suficiente espacio para mi laboratorio. En forma artesanal construimos en sólido ladrillo princesa a la vista, de fulgurante color rojo, el Laboratorio G. Muchos recordarán esa edificación y sujardín con tres abedules que estaba frente al Auditorio Lucas Sierra y en el camino obligado hacia e l Casino de la Laurita. Teníamos en el Laboratorio G equipos que por prolongado tiempo fueron únicos en nuestro país. El contador líquido de centelleo Packard permiúa detectar sustancias marcadas con isótopos que emiten radiación Beta y el sistema de centelleo multicanal permitía detectar simultáneamente varios isótopos emisores gamma. Con el 118
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