Cabildos filosóficos

Cabildos Filosóficos -80- El segundo significado del “espéculo” ilustra el momento más evidente de la mirada patriarcal, ya que en su dimensión de espejo invertido hace ver a las mujeres desde su déficit o desde sus fallas. Esta devaluación significa que cuando un hombre mira patriarcalmente a una mujer ve su imagen invertida. Esto quiere decir por ejemplo que la ve sin pene o castrada (Freud) o sin deseo (Lacan), o como la vieron los griegos, pasiva, pero despertando el deseo carnal. Este es el modo en que se configura la mirada patriarcal en tanto mirada hacia un mundo devaluado. Tal es el caso de la calificación de las mujeres como “histéricas” que, por su diferimiento, Irigaray sustituye por el de “mistéricas”. En la historia del arte hay varios ejemplos de esta mirada. En la tradición que se conoce como Desnudo, una de estas obras es la Venus de Botichelli, conocida como “El nacimiento de Venus”, cuya imagen es un cuerpo despojado de toda materialidad, al más puro estilo neoplatónico. Asimismo, bajo la impronta de la díada sujeto-objeto, se puede ver la Venus de Tiziano, Olimpia de Monet, las pinturas de Picasso, Étant Donné de Duchamp, entre otras. La relación entre placer y mirada que emerge de estas pinturas no es ingenua, como bien lo explica Irigaray en Espéculo , se debe a que lo mirado se establece desde una mirada que a la vez que apropiadora devalúa lo que ve, sólo porque lo visto es un cuerpo diferente. Bajo esta lógica falocrática ya no se ve lo que se muestra. Esta desvalorización es similar a la mirada del galanteo, juzgada por Kierkegaard del siguiente modo: “La galantería es concebir a la mujer bajo categorías fantásticas”. Hasta aquí la galantería parece virtuosa, pero no lo es cuando el mismo filósofo agrega: “En los hombres lo esencial es lo esencial”. Es decir, se manifiesta en ellos la sustancia y por lo tanto la individualidad, mientras que para las mujeres “lo esencial es lo accidental”. Entiéndase, lo accidental, además de responder a una jerarquización ontológica con respecto a lo que tiene menos realidad, expresa la desvalorización milenaria hacia las mujeres en Occidente, al punto de regatearles su individualidad.

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