Cabildos filosóficos

Cabildos Filosóficos -142- 7AM, Santiago de Chile A Catalina la levanta su mamá, su diminuto cuerpo un vaivén gracias a las manos de su mamá. —Lina, lina, mi amor, a despertar. Ya se nos acabó el campamento. Su madre la acurruca entre sus brazos queriendo dejarla dormir unos momentos más, pero el hombre vestido con traje verde le recuerda que hay que bajar al primer piso donde están sirviendo desayuno. Catalina abre sus pequeños ojos y se acostumbra a las luces prendidas de su alrededor, piensa en cómo ese lugar ha sido su mejor campamento hasta ahora. Es muy grande y Catalina encuentra que se parece mucho a esos grandes colegios que ve cuando va de aventuras con su mamá. Catalina apenas tiene 6 años, pero un día (también de campamento con su madre) se encontró con otra pequeña niña, se llamaba Macarena y le dijo que tenía 9 años. A Catalina le hubiese gustado jugar con Macarena de nuevo, pero las dos veces que se vieron siempre era muy tarde y los hombres de verde que cuidaban el campamento (¡de monstruos gigantes!) apagaban las luces y daban las buenas noches. Aún así, las dos pequeñas conversaron de sus vidas, Catalina contándole como ella y su madre salen de aventuras todos los días. Macarena le preguntó si ella había ido al colegio alguna vez en su vida, a lo que Catalina respondió: —¿Colegio? No no, yo estoy muy pequeña, además, mi mamá me necesita a su lado. ¡El otro día fuimos a explorar por donde pasan los autos! —A Catalina se le abrieron sus ojitos en emoción. —¿Donde pasan los autos? —Le pregunto Macarena. —¡Si! ¡Incluso hasta dormimos ahí ese día, estaba un poco cochino pero eramuy bacán ver los autos pasar! Ami mamá parece que no le gusto tanto si, porque cuando estábamos acostaditas la escuche llorar, así que yo me di vuelta y la abraze, haciéndome la dormida...

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