Mujeres públicas: exposición de la Universidad de Chile 2019-2023
L as mujeres populares no se enuncian a sí mismas de la misma forma, pues no están en igualdad de condiciones respecto de las mujeres de élite ni, más tarde, de las de las clases medias educadas. Su historia pública aún no se incluye en los grandes relatos de la historia, androcéntricos por definición y territorios donde la masculinidad se homenajea a sí misma. También se relaciona con las problemáticas del archivo y el patrimonio documental y con los mecanismos de exclusión que las alejó de herramientas de expresión como la escritura o el arte. La fragilidad de estos materiales nos habla de la precariedad de dichas historias, la urgencia de resguardar este patrimonio y de la fuerza de las convicciones inscritas en todos los formatos posibles. El cuerpo de las mujeres que trabajan fuera del ámbito letrado nos habla de un espacio de lo público que no se asocia a lo ciudadano ni a la lógica de los derechos ni a la idea de la “decencia” que otorgaba el matrimonio burgués, esto es, ser mantenidas por un hombre o de los trabajos asociados a la enseñanza a fines del siglo XIX, o el servicio público desde la burocracia en el siglo XX. En estas acuarelas, la única mujer que recibe el nombre de “señorita” está representada con un tocado de flores y con una guitarra en sus manos y su piel tiene un tono notoriamente más pálido que el de las mujeres del resto del conjunto. Ella puede destinar su tiempo al atavío personal, lucir delicada y crear, pues su vida cotidiana está sostenida por otras. En estas imágenes las mujeres están en posición social subordinada cuyos marcadores son la actitud de servicio, los pies descalzos, el color de la piel y los trajes de “indias”, “pobres” o “esclavas”. El trabajo doméstico funciona como sinónimo de “mujer”, reconocerlo como trabajo con derechos ha sido una dificultad y hasta una resistencia de las élites latinoamericanas pues, a partir de él se reproducen las diferencias de clase, de raza y de género. Las mujeres populares que trabajaban fuera de la domesticidad se organizaron rápidamente en mancomunales, asociaciones y sindicatos desde fines del siglo XIX, o bien en los centros femeninos Belén de Sárraga iniciados en zona del salitre en 1913. Todas utilizaron la prensa como una tribuna para comunicarse y, con tanta o mayor evidencia, como una herramienta para afianzar sus organizaciones y desarrollar una acción política. De esa profusa producción destacamos la Lira Popular, La Alborada y La Palanca. 89
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