Huella y presencia [tomo I]
HUELLA Y PRESENCIA Real Colegio de Cirujanos de Londres, en la cátedra de Cirugía; a Bustillos, químico graduado en España y hombre de proverbial generosidad, en la especialidad de Farmacia, y a Morán -el primitivo ílebótomo chileno convertido en paradigma médico por su estatura moral y experiencia técnica- en Anatomía, se podía confiar en que la medicina nacional habría de alzarse sobre sólidas raíces. Si bien el equipo directivo, al que pronto se incorporaría el cirujano y obstetra Lorenzo Sazié era óptima, distaba mucho de serlo el estado material en que se desarrollaba la docencia. Las pésimas condiciones hi- giénicas del pabellón de anatomía costaron la vida a cuafro de los ocho alumnos matriculados en el primer curso. Otro fantasma que indudable- mente pesaba en la falta de motivación de los jóvenes para inscribirse en Medicina era el descrédito social que arrastraba una profesión que des- cendía en línea directa de barberos, sangradores, yerbateros, algebistas y hernistas. El panorama comenzó a cambiar cuando el ministro Joaquín Tocornal matriculó a su hijo Francisco Javier en el primer curso, al que acompañaron otros jóvenes de la alta sociedad. En 1839 se declara la caducidad de la Universidad San Felipe. Su sucesora directa, la Universidad de Chile, a la que debió hacer traspaso de sus bienes, fue fundada en 1842 por decreto que lleva las firmas del presidente Manuel Bulnes y su Ministro Manuel Montt. El nacimiento de la Universidad de Chile le dio una nueva fisonomía espiritual, cultural e institucional al país. Se ha dicho, con fundamento, que consolidó la nacionalidad y le dio sentido de unidad al país. La vida de una institución es, como la vida humana, un continuo, una creencia, una fe social en que la opinión colectiva avasalla la opinión per- sonal. Quedémonos con la opinión colectiva y procuremos definir los hitos trazadores del perfil de la Facultad de Medicina a lo largo de su historia. Primero fue la influencia europea encarnada en Guillermo Blest, Lo- renzo Sazié, Nataniel Cox, Juan Miquel, Francisco Julio Lafargue y los sabios Rodulfo Amando Phillippi, Claudio Gay e Ignacio Domeyko. Desde mi punto de vista destacan Sazié desde dentro de la Facultad y Domeyko en la interfase Rectoría Facultad. El primero, porque lo hizo todo desde la nada. El segundo, por su grandeza moral y los contornos épicos que enmarcaron su acción en su patria cautiva. En la segunda mitad del siglo x1x el artífice fue José Joaquín Aguirre. Tuvo la certera premonición de que el destino de la medicina chilena estaba en europa yallí envió a sus emisarios. Vicente Izquierdo, el histólogo; Manuel Barros Borgoño, el cirujano; Máximo Cienfuegos, el oftalmólogo y Francisco PuelmaTupper, el anatomopatólogo, regresaron impregnados del espíritu humanista de la Ilustración yde la fe en la ciencia como medio capaz de cambiar el destino humano. El mundo de la cultura se asomaba entre esperanzado y confuso al origen de las especies de Darwin y a la clasificación periódica de los elementos de Mendelejeff; a la fisiología 92
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