Huella y presencia [tomo I]

CRISTINA PALMA P. y EMMA SALAS N. el servicio se extendió a otras regiones del país, aunque no en la exten- sión que ella habría deseado. En 1925, a los 59 años de edad, se acogió a jubilación y fue sucedida por otra mujer, la médico cirujano, Cora Mayers. Su retiro del servicio no significó que dejara de preocuparse por los escolares, como tampoco que dejara de prestar su contribución inteligente y experimentada a las diversas sociedades de servicio público a las que perteneció, entre las que se cuentan: la Liga Chilena contra el Alcoholismo, la Liga Chilena de Higiene Social, la Asociación de Señoras contra la Tuberculosis y la Sociedad Protectora de la Mujer, esta última, en la que se desempeñaba como médico. Su acentuada preocupación por los problemas sociales, no fue obs- táculo para participar, también, en actividades de carácter más académico, dentro de su profesión, tanto en la Sociedad Científica de Chile, como en la Sociedad Médica a las cuales perteneció, contribuyendo, también, de vez en cuando a la "Revista Médica" y la "Revista de Instrucción Primaria". En 1927, las mujeres chilenas conmemoraron el cincuentenario de la dictación del Decreto Amunátegui. En ausencia del propio Sr. Amunáte- gui, fallecido treinta años antes, los homenajes se personalizaron en Eloísa Díaz y Ernestina Pérez. El diario "Las Últimas Noticias" del 30 de septiembre de 1927, informa de la Velada de Gala efectuada en el Teatro Municipal en honor de las dos primeras médicas , en la cual participaron otras destacadas mujeres, entre otras, Amanda Labarca e Inés Echeverría de Larraín. Al día siguiente, el mismo diario , relata el homenaje rendido en el Salón de Honor de la Universidad de Chile, por las madres chilenas, a estas dos profesionales. Con anterioridad, Eloísa Díaz había recibido otros reconocimientos. El mensaje de las universitarias argentinas con motivo del II Congreso Médico Latinoamericano de Buenos Aires de 1904. Seis años después, en la misma ciudad, los asistentes al Congreso Científico de Buenos Aires aprobaron un voto especial que dice: "Por su labor científica merece la Dra. Díaz figurar entre las mu- jeres más ilustres de América." El diario "El Mercurio" de Santiago, del 4 de enero de 1912 informa de un acto de homenaje a Eloísa Díaz con motivo de cumplir veinticinco años de profesión, efectuado en la residencia de la viuda del Presidente don Pedro Montt, doña Sara del Campo. En esa oportunidad, en presencia del Rector de la Universidad de Chile, don Domingo Amunátegui, el doctor Roberto del Río y otras autoridades y un numeroso grupo de mujeres, se le ofreció, a decir de la crónica periodística "una tarjeta de oro con una inscripción que decía: A la Srta. Eloísa Díaz, primera doctora de Chile y América Latina, obsequian este recuerdo, las señoras de Santiago." Al jubilar se le rindió, también, otro gran homenaje. Hacia el final de su carrera, en 1939, la Asociación Médica Femenina, organizó un acto de 85

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