Huella y presencia [tomo I]

HUELLA Y PRESENCIA ese día en el Teatro Municipal, seguramente, llamó la atención la presenci; de una joven de falda larga y cintura estrecha, con su cabellera recogid, en la nuca y tocada por un sombrero adornado con pequeños velos, quie, se mezclaba con los varones. ¿Quién podría ser esa joven que, en una época en que las mujere permanecían en su hogar y la sociedad reprochaba sus aprontes intelec tuales, alternaba esa tarde con otros estudiantes universitarios? Era Eloíst Díaz lnsunza, quien, en ese año 1881, había recibido el grado de Bachille1 en Humanidades y luego había sido admitida como alumna a la Escuel. de Medicina de la Universidad de Chile. 1 Porque en ese año 1881, esta Casa de Estudios honraba el pasado pero también, con visión de futuro, contribuía a dibujar una senda pro misoria para la mujer chilena y latinoamericana. Casi escondido entre lo: homenajes a Bello, ocurría un hecho trascendental; la Universidad de Chile abría sus puertas a la primera mujer que recibiría grados y títuloi universitarios en Chile y Latinoamérica. Setenta y un año antes, en 1810, otra mujer, Dolores Egaña Fabres hija del constitucionalista Juan Egaña y hermana de Mariano Egaña, se había matriculado en la Universidad de San Felipe y habría estudiadc Filosofía por un período indeterminado. No obstante, Eloísa Díaz sería la primera Bachiller en Humanidades y también la primera en obtener otrm grados académicos y un título profesional universitario. Con ello, esta quinceañera sencilla se convierte, por así decirlo, en la cabeza de una fila, seguida muy de cerca por Ernestina Pérez Barahona, también Médico Cirujano, quienes obtuvieron grados y títulos profesio- nales universitarios en el siglo pasado. Esta dupla es acompañada, en el mismo período, por otras cuatro médicos, Pilar Pérez Molina y Eva Que- zada Acharán ( 1894), Emma Cossio Pérez (1898) y Elvira Higueras Castillo ( 1899); dos abogadas, Matilde Troup Sepúlveda ( 1892) y Matilde Brandau Galindo (1898); ocho Profesoras de Estado egresadas del Instituto Peda- gógico, Dorila González Frías, Rosa Amelia Muñoz Feliú, Gertrudis Vargas Ravanal (1895), María Mercedes Acosta, Corina Urbina Villanueva, Elvira Brady Maldonado (1896), Amelía Villalón Urbina y Juana Jauqes Cano ( 1898). A éstas se agrega María Griselda Hinojosa Flores, quien recibió el título de Farmacéutica en 1899. No obstante, entonces esa carrera contaba con un reducido número de años de estudios y no exigía los mismos requisitos académicos previos al ingreso, como por ejemplo el grado de Bachiller en Humanidades, que las mencionadas anteriormente. Ellas compusieron, entonces, una solitaria fila, que con los años se convertiría en un grupo y más tarde, en la multitud que constituyen las mujeres que hoy han culminado estudios universitarios con grados acadé- micos y títulos profesionales. Este temprano inicio de la mujer como profesional universitaria, en el país, constituyó un hecho desusado no sólo en Chile y Latinoamérica, 74

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