Huella y presencia [tomo I]
Dr. CAMILO LARRAÍN AGUIRRE de la tarde en días alternados con Armando González y conmigo, era muy estudioso y entusiasta devoto de la literatura médica norteamericana, nos facilitaba generosamente sus libros y revistas médicas; con él trabajaban en esa sala los Drs. Miguel Barriga, Julio Valdés (compañero de estudios del Dr. Garretón y su amigo de muchos años), y el Dr. Hernán Moya Bravo buen internista que se interesó posteriormente en Salud Pública, con ellos pasábamos una primera visita a los enfermos más temprano cada mañana. Los Drs. Alejandro Deussaillant yMoisés Brodskyque se iniciaban en Cardiología trabajaban en la sala San Juan y estaban ligados por una estrecha amistad con el Dr. Del Solar. Alrededor de éste se formó un grupo en el que además de los ya mencionados se agregaron posterior- mente Manuel Rioseco y Norberto Sainz (gran propagandista de la medi- cina española) ambos internistas y Silvio Bruzzone interesado en Endocri- nología. En ese tiempo era un gran honor trabajar en un servicio de hospital dirigido por un profesor de la Facultad de Medicina, trabajo realizado casi invariablemente ad honórem pero reconocido como tal por la Bene- ficencia Pública y la Universidad de Chile. Así llegué a ser médico del Servicio de Medicina del Dr. Garretón. Como he dicho más arriba el número de médicos que atendía ese servicio de 120 camas se había visto muy reducido, por lo que nuestra llegada fue bienvenida, especialmente por el entusiasmo y la buena voluntad que demostrábamos, lo que com- pensaba nuestra inexperiencia. Veo ahora claramenteque el Dr. Garretón se propuso canalizar nuestro interés y darnos una disciplina de trabajo. Existía ya para cada enfermo una ficha en la que nosotros los médicos tratantesconsignábamos la historia clínica. En la primera hoja de la historia arriba y a la derecha estaba escrita a la manera de epígrafe, la sentencia hipocrática: "Nada sin un plan, nada inadvertido". Había que emitir una hipótesis diagnóstica y en el momento del alta una epicrisis que eran revisadas por los jefes de sala. Teníamos una reunión clínica semanal a la que asistían los aproximadamente 25 médicos del servicio bajo la dirección del Dr. Garretón, éste diseñó una hoja especial de presentación clínica que incluía citas bibliográficas que debíamos haber consultado, también tuvimos muy luego una reunión se- manal de anatomía patológica para lo cual también diseñó el Dr. Garretón una hoja especial que quedaba archivada después en la dirección del ser- vicio. La presentación del caso, cuyo diagnóstico anatomopatológico se revelaba después de la discusión clínica era seguida de la presentación de las piezas anatómicas. Los patólogos que estaban siempre presentes eran el profesor Héctor Rodríguez y el Dr. Orlando Badínez, posteriormente profesor de Embriología de la Escuela de Medicina. Asistía con frecuencia invitado por el Dr. Garretón el profesor Max Westenhoeffer ya muy an- ciano que había sido discípulo y estrecho colaborador de Virchow. Con- tratado por el Gobierno de Chile había formado a la mayor parte de los 63
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