Huella y presencia [tomo I]

RECUERDOS DE LA CÁTEDRA DE MEDICINA DEL PROFESOR ALEJANDRO CARRETÓN Dr. Camilo larraín Aguirre L LEGUÉ ALSERv1c 10DEL DR. CARRETÓN conducido por el azar. Al finalizar el sexto año de Medicina se sorteaban las vacantes disponibles en los di- versos hospitales de Santiago a los que la Universidad de Chile enviaba sus alumnos con el objeto de que cumplieran con su período de internado, fui destinado a un Servicio de Cirugía del hospital del Salvador, pero cuando en el mes de marzo de 1942 me presenté en ese servicio me encontré que mi sitio ya había sido asignado a otra persona. Me enviaron al antiguo hospital San Juan de Dios ubicado en la avenida Bernardo O'Higgins entre las calles Santa Rosa ySan Francisco ycinco meses después una vez finalizada mi estada en Cirugía, una mañana de agosto traspuse el portón que daba acceso al hospital San Francisco de Borja o como siempre se le llamó, el hospital San Borja. Éste ocupaba un extenso terreno vecino a la plaza Baquedano que se extendía en profundidad entre la avenida Bernardo O'Higgins y la calle Marcoleta y su frontis daba a la primera de estas calles. La fachada era de ladrillos yel edificio se continuaba hacia el oriente con la Maternidad, servicio que funcionaba como una entidad aparte. La amplia puerta de entrada daba acceso a un recinto cuadrangular, con piso de baldosas separado del hospital por una hermosa puerta de hierro forjado. El hospital San Borja era de antigua construcción (1873) y su distri- bución era la de todos los hospitales de la época, alrededor de un extenso jardín de anticuado diseño en el que se erguían árboles frondosos, se disponía el cuerpo del hospital. El terreno ocupado por el jardín estaba circundado por dilatados corredores abiertos, con pavimento de piedra provistos de columnas de madera, a lo largo de los cuales se alineaban las puertas de las grandes salas del hospital dispuestas perpendicularmente al espacio central. Las salas albergaban 30 o más camas, sus muros de adobe eran gruesos y las ventanas muy altas, más parecían claraboyas. Piezas pequeñas construidas en los extremos de las salas y comunicadas con éstas albergaban instalaciones anexas en las ubicadas en la vecindad . del corredor estaban la secretaria y la oficina del jefe del servicio y algunos rudimentarios laboratorios. El servicio al cual yo llegaba tenía 3 salas de mujeres , Purísima, San Borja y Santa Rita y una sala de hombres, la sala San Juan, ubicada muy lejos de las anteriores y separada de éstas por largos corredores de intrincado recorrido. Desde la puerta de entrada, a través de los árboles se divisaba al fondo la hermosa iglesia del hospital, que según se decía había sido construida 61

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