Huella y presencia [tomo I]
Dr. LUIS HERVÉ LELIEVRE anamnésico y físico de los enfermos es el mismo, pero está complementado por una serie de metódicas explorativas, biofísicas y bioquímicas, que agre- gan permanentemente nuevos conocimientos en la causa, los mecanismos y la evolución de las enfermedades, agregando cambios en la fisiopatología, y por tanto en las terapéuticas médicas o quirúrgicas, e insistiendo en medidas preventivas. Lo señalado influye en la enseñanza de la Medicina, debiendo aceptar las novedades, suprimir otras nociones que pierden im- portancia, y modificar los programas docentes para modernizarlos. Re- cuerdo que cuando inicié mi profesión, la neumonía era frecuente y se trataba con reposo en cama prolongado, cataplasmas en la espalda, aspi- rinas, poción pectoral con digital, por lo menos ocho o diez días, y las muertes eran frecuentes. Quince años d~spués, la misma enfermedad sólo se trataba con reposo en cama y algunas inyecciones de penicilina, con lo cual la fiebre terminaba en dos o tres días, siendo escasa la mortalidad. Así puede apreciarse el progreso médico. La formación de especialistas en todas las grandes orientaciones de la Medicina, han producido grupos de investigadores especializados, base de los especialistas clínicos, que son los que difunden entre los colegas y en el público sus ventajas. Desgracia- damente los instrumentos que deben emplear aumentan los costos de las atenciones médicas. Para hacerlas más asequibles, se han ideado medidas socioeconómicas. La aparición en Chile de los especialistas coincide con una época en que las conexiones de nuestros médicos con la Medicina norteamericana se hizo intensa en pocos años. Las dificultades de las relaciones con Europa, inspiradora de nuestra Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, por la Segunda Guerra Mundial, y su consecuente caída del nivel investi- gador profesional europeo, fac ilitaron este acercamiento, el que fue favo- recido por la menor distancia entre nuestros países y por la posibilidad aumentada de obtener becas prolongadas para nuestros médicos jóvenes, quienes pudieron especializarse y se dieron cuenta del alto nivel de la ciencia médica de los Estados Unidos. A su regreso al país trataban de imponerlo en lo posible entre nosotros. Esta influencia norteamericana puede apreciarse en los trabajos médicos de cualquier tipo que se publican en nuestras revistas, cualquiera que sea la especialidad desarrollada. Un 80 a 90% de las citas son norteamericanas. Volvamos a 1944, para constatar otros cambios. La Facultad de Me- dicina tomó una resolución, después de dos años de estudio, que ha sido una de las más importantes de su época. La Medicina se ejerce examinando enfermos, y los estudios, fuera de la semiología o del internado, tenían pocas horas de práctica. En ese año se aprobó la fusión en dos grandes Cátedras, una de Medicina y otra de Cirugía, de las materias de patología, semiología, clínica y terapéutica correspondientes a estas dos ramas del saber médico. El cambio más importante fue que los alumnos debían permanecer en las salas hospitalarias todos los días en la mañana de 8 a 53
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