Huella y presencia [tomo I]

Dr. LUIS HERVÉ LELIEVRE estudio de la Anatomía sólo dura un año y se consultan libros empleados en el enseñanza norteamericana. Para la práctica, actualmente, no hay cadáveres para disecar, por disposiciones económico-sociales que facilitan la sepultación. La Anatomía se estudia en láminas y piezas de Museo del Instituto. En nuestros días, parecen más importantes los problemas fun- cionales del organismo, como fisiología y fisiopatología, que las realidades anatómicas. Algunos detalles de ella se analizan en relación con las espe- cialidades que se han formado en el curso del siglo. En algunos ramos básicos y en los preclínicos, como Bacteriología, Parasitología, Patología General, se hacían algunos pasos llamados prácti- cos, en que los Ayudantes mostraban algunas preparaciones microscópicas o algunas pruebas experimentales, en sus laboratorios de trabajo, las que servían para ftjar objetivamente los conocimientos teóricos que se impartían en las frecuentes clases. Los alumnos de esos años, para no olvidar lo que oían en ellas , y por no poder adquirir textos de estudio habitualmente escritos en otras lenguas que el castellano, se dedicaban a tomar apuntes de las clases, o bien a adquirir los efectuados, y bien presentados, por alumnos de cursos anteriores. Había algunos impresos y corregidos por profesores o ayudantes. Las materias de un año a otro no tenían varia- ciones importantes y era fácil modificarlas por el lector que asistía a las clases. En los ramos clínicos, entre tercero y sexto años, primaban también las exposiciones teóricas, como sucedía en Patología Médica o Quirúrgica y en Terapéutica. En cambio, en Semiología, había numerosos pasos prác- ticos en las salas hospitalarias para aprender a interrogar y examinar a los enfermos. Se aprendía a diferenciar los signos normales de los patológicos. No sucedía lo mismo en las clases de Terapéutica, en las cuales se hablaba de numerosos medicamentos y de sus combinaciones para hacer tabletas, papelillos, pociones, píldoras o gotas o su administración por inyecciones. Sin embargo, solíamos oír que bastaba con aprender bien las acciones y las indicaciones clínicas de una docena de medicamentos, que eran real- mente útiles por su acción bien definida, para hacer tratamientos eficientes. ¡Cuánto ha cambiado la terapia de esos años! Hoy cada especialidad, y son muchas, tienen numerosos medicamentos útiles. En la década del cuarenta, se cambió la Cátedra de Terapéutica por la de Farmacología que funcionaba en un Instituto de Investigación. En las clases de clínica médica o quirúrgica, los Ayudantes presentaban enfermos, habitualmente en el auditorio, ante el profesor, quien hacía, en presencia de los alumnos, la discusión diagnóstica y el esbozo terapéutico. Lo mismo sucedía en Anatomía Patológica, en el Hospital Universitario, en cuyas clases se presentaba un cadáver en el auditorio con el objeto de comparar los hallazgos de la autopsia con los caracteres clínicos y diagnós- ticos efectuados en las salas hospitalarias. La Psiquiatría se enseñaba en la Casa de Orates, luego Hospital Psi- 49

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=