Huella y presencia [tomo I]

Dr. CLAUDIO COSTA CASARETTO ¿Dónde está? En los funerales de Pinto Riesco acabaron con el profesor Zañartu. Fueron a ellos Alfredo Muñoz Salucci y Gustavo Rojas Mujica, com- pañeros míos. De vuelta vieron arder una Casa del Pueblo (institución formada por ibañistas). Entró Muñoz Salucci a salvar a alguien y desde fuera le dispararon, matándolo, e hiriendo a Rojas Mujica. Nosotros le pusimos una placa honorífica a Muñoz S. en el asiento de primera fila que ocupaba en la clase del Dr. Noé. También quisimos cambiarle el nombre a la calle Bezanilla (continua- ción, pasada Independencia, de Panteón o Profesor Zañartu). Tomamos una cartulina recortada y le puse Muñoz S. en la esquina. Hablé en la calle ante numerosos estudiantes. No sabía que había que consultar a la Muni- cipalidad. ¡Cosas de niño! El 26 de julio de 1931 escapaba l báñez, en una ambu lancia, con el nombre de Domingo Aránguiz. No se veía un solo carabinero. Los civiles tuvieron que dirigir el tránsito. Yo he comenzado mi carrera universitaria bajo una dictadura en 193 1 y la he terminado con otra, la más prolongada de nuestra historia, en 1976. Recuerdo un día de 1973 en que, bruscamente, entraron los militares al hospital José J oaquín Aguirre y nos concentraron a todo el personal en un sitio eriazo que estaba en la zona oriental del establecimiento. A todo sol. Uno de los invasores, algo levantado sobre la multitud, llamaba a uno u otro médico, como si fuera conscripto, por si estaba allí, para llevárselo. Al Decano de la Facultad Dr. Alfredo J adresic lo habían ido a buscar a su casa con engaños y de ahí al Estadio Nacional. ¡Misericordia para los médicos que cayeron! ¡Misericordia para los que fueron al exilio¡ ¡Misericordia para los muertos! Y los desaparecidos. ¡Misericordia! Santiago, 1992 37

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