Huella y presencia [tomo I]

Dr. CLAUDIO COSTA CASARETTO de Cruz-Coke en la Academia Pontificia de Ciencias, y otros cuyos nombres no recuerdo, por más que quiero. Después estuvo Mario Plaza de los Reyes, Decano en el año 1975, cuando hice una exposición de pinturas, fotos y documentos y leí un discurso de Pasteur como parte de la apertura oficial de la puerta de Independencia de la nueva Escuela de Medicina. Mientras el Dr. Cruz-Coke, era ayudante del profesor Noé, y sin ser todavía médico participó en Valparaíso en la Campaña contra el tifus exantemático. Su actividad genuinamente histórica comienza el 15 de enero de 1937, cuando el Presidente don Arturo Alessandri Palma lo nombra Ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social. El Presidente Alessandri P. , lo llamaba en broma, por sus ideas, "mi Ministro del Aire". Muerto de una tuberculosis pulmonar don Pedro Aguirre Cerda, el Presidente que tuvo por lema: "Gobernar es educar", se presentó otro candidato en 1941: don Juan Antonio Ríos M., Aguirre Cerda, sucedió a Arturo Alessandri Palma en 1938. Volvamos a la Escuela en 1931. La recuerdo de noche, cuando todo el mundo se había ido, con una vela en los corredores, y la anuencia del nochero, se agrupaban los juga- dores de crap. "Robusto peso", gritaba Carlos Lund, que andaba sin dinero, por si alguien se lo prestaba. Cuando no era posible jugar en los bancos de los patios de la Escuela, atravesábamos la calle Panteón y nos metíamos en una cancha de fútbol, destartalada, que sólo tenía una tribuna, recta e inconclusa, situada donde después estaría el hospital Roberto del Río. Antes se llamaba así un antiquísimo local de un piso, estilo colonial, con veredas bajo techo y columnitas, donde hice mi Pediatría con el pro- fesor Scroggie Vergara. Allí, ahora, está el hospital San Juan de Dios, vendida su propiedad tradicional en Alameda entre San Francisco y Santa Rosa. Al dejar el juego de la cancha nos íbamos en grupo a dos partes: una era "El quita penas", donde un compañero mío era hijo de los dueños; o, más frecuentemente, porque estaba más cerca de la cancha, a una casita que quedaba frente al hospital de mujeres, en la que se podía tomar desayuno u onces con pan amasado: era "la Laurita", mi Laurita. Ella conoce toda nuestra historia porque la ha vivido con nosotros los que aún no morimos. Ahora tiene un local en la Escuela, a la entrada del que fue el hospital de mujeres, y donde todas las mañanas íbamos varios que trabajábamos 35

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