Huella y presencia [tomo I]
HUELLA Y PRESENCIA recuerdo, porque lo tuve que ir a buscar a su casa, que estaba dentro 1e la Quinta Normal, es a Alberto Rojas J., el amigo de Pablo Neruda, a quien éste dedicó su poema Alberto Rojas J. viene volando. Todo terminaría en el Concierto de Organillos. Un amigo, Uribe Eche- varría, me consiguió, todos cuantos pudo, los organillos de la calle. Los concentró al pie de la grande escala en que se desciende de la Escuela de Bellas Artes. Bajé y, a un momento dado , comencé a dirigir a unos 50 organilleros. Cada uno sonaba a ritmo de cueca, pero la cueca era diferente. Los monos brincaban y los loros, ahuyentados con la bulla, se sumaban a el~. ✓ Julio Barrenechea, presidente de la Federación, ha dejado en uno de sus libros una emotiva semblanza de esas aventuras del "Loco Costa". El Dr. Vaccaro me dio, además de la ayudantía ad honorem, el primer trabajo que tuve pagado. El Dr. Vaccaro había salido del Laboratorio "Sanitas", que dirigía el Dr. Cruz-Coke, llevándose las fórmulas de los medicamentos biológicos al Laboratorio "Chile", que entonces estaba ubicado en la avenida Ecuador del barrio Estación Central. No sé en qué parte me puso, pero sí que saqué una revista, La Farmacia, que a modo de propaganda se distribuía gratui- tamente en todas las "boticas", que así se llamaba a las farmacias del país. Como tuve éxito en esto, al Dr. Vaccaro se le ocurrió publicar un libro sobre Bacteriología e Inmunología, y me encomendó redactarle algunas partes (a Ducci se le dio "Antígenos O y H") y acomodarle todo el texto. Salió su edición, y Vaccaro, con una señora amiga de él, me invitó a un restaurante italiano, que estaba al final de la línea de carros, en Macul .con Quilín, a comer un plato de ravioles,Jatto in casa. Dije antes que el tifus exantemático era frecuente aquí. Más que fre- cuente. Recuerdo que al lado de las torres de la Universidad de Chile, en Portugal , hay todavía un edificio que antes era un mercado público, una recoba, y que hoy es alguna Escuela Universitaria. Pues bien, hubo de vaciar la recoba para poner en ella camas para los numerosos enfermos de tifus exantemático. Allí murió el extraordinario pintor de la generación del 28, que seguramente pocos lo recuerdan , Paschín Bustamante. ¿Y acaso un presidente de la Federación de Estudiantes, de apellido Fuentes, que era de Medicina, no se contagió en aquel tiempo de los exantemáticos que atendía? ¿No fue él, quien estando enfermo en uno de los pabellones del Barros Luco, terminó, en una de sus excitaciones, lan- zándose a la calle desde una de las ventanas de la pieza en que lo aislaban? El Dr. Cruz-Coke ha sido el más eximio Docente de la Facultad de Medicina: una inteligencia para el espíritu. Tenía su Laboratorio en el segundo piso de la Escuela, allí conocí a José Calvo C., ya muerto, y a jorge Mardones Restat, que creo reemplazó al contratado Van Eyck en Farmacología, a Héctor Croxatto Rezzio, sucesor 34
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