Huella y presencia [tomo I]
Dr. CLAUDIO COSTA CASARETTO Se ingresaba a un vestíbulo majestuoso, en que una escala central se dividía para subir al segundo piso, donde colgaba una lámpara con dos hileras de faroles. El edificio tenía, si no me equivoco, dos o tres patios centrales. En el primero lucía una pileta, rodeada de columnas. El segundo era más de- solado. Al fondo (si edificio puede llamarse), pegado al muro que separaba el terreno de la Escuela del hospital de mujeres, había un galpón, con un anfiteatro muy amontonado y vertical, donde mi maestro, el Dr. Emilio Croizet hacía las autopsias del hospital San Vicente y enseñaba Anatomía Patológica. · Ese galpón lo había hecho construir el discípulo de Rudolph Virchow, Dr. Max Westenhoefer, quien fue contratado, la primera vez, por el Pre- sidente Pedro Montt y, por segunda, el penúltimo año del Presidente lbáñez siendo Ministro el Dr. Ricardo Puelma Laval. Muchos años después, en 1959, el Dr. Emilio Croizet se retiró de la do- cencia, con cerca de 50 años en funciones. El discurso que pronunció en la Facultad al ser designado su Miembro Honorario es una pieza histórica, donde rinde homenaje a su cátedra, fundada por el Dr. Francisco Puelma Tupper en 1883, al que reemplazó el internacionalmente conocido antropólogo y folklorista Dr. Aureliano Oyarzún Navarro. Hizo también el elogio del Dr. Max Westenhoefer. Yo sentí la necesidad de comunicar a Chile su ejemplo y publiqué en la página editorial de El Mercurio de Santiago un pequeño artículo en honor de Croizet. Ya estábamos en el hospital nuevo José Joaquín Aguirre. Yo me había recibido en diciembre de 1940. El Dr. Osear Avendaño Montt fue profesor de Introducción al Estudio de la Medicina. Como era cátedra nueva se necesitaban ayudantes. El Decano Alejandro Carretón Silva y la Facultad acababan de aprobar una reforma a los exámenes, teórico y práctico, de los aspirantes a ayudantes, en público. Nos presentamos mi compañero Renato Eulufí Marín y yo en el anfiteatro del Dr. Lucas Sierra. Ambos fuimos nombrados ayudantes. En la pieza del primer piso de la Escuela, que daba a su esquina izquierda, estaba la oficina del profesor de Biología del primer año, Juan Noé Crevani, "el bachicha Noé" para todos. Infundía respeto y miedo en los exámenes, pues él era el presidente de la comisión que integraban Gostling (el mismo en cuyos tres libros de Física pasamos las Humanidades, y que los repasaba en Medicina) y García Latorre, de Química. El examen se daba en la sala que Noé tenía acomodada en el segundo patio de la Escuela. Si se salía mal en un ramo se perdía el año. 31
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